Toda la vida quejándonos por tener que pagar para ir a Sevilla por una vías con doble carril en cada sentido, sintiendo la discriminación con respecto a otras provincias, viendo que competimos en desventaja con otros territorios que tienen las barreras levantadas y ahora echamos de menos esa carretera con poco tráfico, sin camiones y sin caravanas. Colas de hasta cuatro kilómetros con la diáspora sevillana buscando las costas de Cádiz como si fuera el desvío de Tres Caminos, camiones que se adelantan unos a otros a cinco kilómetros por hora de diferencia entre uno y otro y un continuo desplazamiento masivo sea la hora y el día que sea. No hay respiro. Digamos que es el peaje que tenemos que pagar para tener barra libre en la carretera. Nos hemos llevado muchos años dejándonos el dinero pero a veces se siente añoranza. Pero el egoísmo de un viaje cada mucho tiempo no puede empañar el avance que hemos tenido.