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La esquina del Gordo

Aprendiendo de la Historia

Después del abrazo de la semana pasada, mucha ética no han demostrado

En el célebre cuadro de Velázquez, La rendición de Breda, o de Las Lanzas, se plasma el momento en que Ambrosio Spínola, general genovés al mando de los tercios de Flandes, recibe del gobernador holandés, Justino de Nassau, las llaves de la ciudad de Breda, rendida tras un largo asedio. El hecho se consideró en su momento un episodio clave de la larga guerra que mantuvieron los españoles para evitar la independencia holandesa.

La escena es contemplada con escaso interés por los dos bandos asistentes. (¡Coño, esto no es nuevo!) Nassau-Sánchez, con humildad manifiesta, le ofrece la llave a su vencedor Spínola-Iglesias mientras el primero, antes de tomarla, se limita a poner su mano derecha sobre el hombro del vencido. Quiero resaltar que no hubo abrazo fraternal y si lo hubo fue fuera de cámara, aunque no se cree puesto que la dignidad de sus protagonistas se lo hubiera impedido. Tampoco se precisa si después del acto oficial se fueron de copas y si te vi no me acuerdo, como se hace en la actualidad después de ponerse verde en el Congreso.

Con el "Abrazo de Vergara" hubo más líos, porque hubo muchos, como no podía ser menos en aquella España de la que somos real y verdaderamente herederos directos; lo del 78 sólo ha resultado un ajuste de intereses para que nadie se quedara sin su ración correspondiente de poder. Bueno, pues eso, este paripé de Vergara, reflejado en cuadros de distintos autores, ninguno de la época, -Jacques Lipchitz, 1968-1972. Rafael Canogar, 1973, Juan Genovés, pintado en el año 1976-, plasman el primero de los abrazos: el ocurrido en Oñate (Guipúzcoa) el 31 de agosto de 1839 entre el general isabelino Espartero y trece representantes del general carlista Maroto y que dio fin a la primera de las guerras carlistas en el norte de España; después, como a ésta la siguieron otras porque una cosa es vencer y otra convencer, ¡qué alegría!, hasta hoy, con la variante que en el último abrazo se ha visto pasión, mientras en los anteriores solo la frialdad que imprimen la dignidad y todos los protocolos.

¿Y esto es bueno o es malo? Como reflejo de parodia no ha quedado mal del todo. Demasiado teatral a pesar de que en este último abrazo se muestre el triunfo de Iglesias sobre Sánchez, no por el abrazo en sí, sino en la sonrisilla picarona del 'coleta' cuando el doctor le da la espalda. Desde ese preciso momento y después de repasar los cuadros antes descritos, ponerle nombre a éste no ha ofrecido duda alguna: "A la fuerza ahorcan" o "A joderse tocan" puesto que, como en el "Abrazo de Vergara", seguirán las guerras intestinas, que no ideológicas, ya que todas las guerras han sido intestinas, o lo que es lo mismo: movimientos de auto despensa para asegurarse el futuro asegurándose el papeo diario a costa de los demás. Claro que después del abrazo de la semana pasada, mucha ética no han demostrado, pero a previsores no los gana nadie.

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