Era una tarde soleada de comienzos de los ochenta cuando ocurrió el prodigio. Lo recuerdo bien. Aquella tarde la Transición decidió que la ultraderecha española dejara de existir.

Fue un efecto especial precioso.

A Cádiz también llegó la onda expansiva. Bueno, en realidad se veían los mismos tipos fascistas diciendo las mismas cosas con la misma chulería, pero como ya la ultraderecha no existía oficialmente, pues se tragó saliva y quedó una España muy bonita. Tanto, que hoy muchos años después, España es el único país europeo no afectado por el retrovirus de la extrema derecha. Qué guay.

Sin embargo, si te fijas un poco, se puede oír a la extrema derecha en tertulias televisivas, en columnas de prensa o en homilías de párrocos. Se oye porque tiene sus periódicos, sus cadenas de radio, sus emisoras de TV, sus blogs ciberfachas y sus organizaciones legales que trincan subvenciones públicas.

Eso sí, la extrema derecha no existe en España, aunque se trate del mismo franquismo ordinario, el mismo ultranacionalismo, la misma alergia a los Derechos Humanos y la misma burricie de requeté recién comulgado.

Se alimenta de la frustración social por los problemas que las democracias no pueden resolver, usando un discurso chato y barato dirigido a las vísceras, y fácil de digerir hasta por las mentes menos edificadas.

Aquella tarde de comienzos de los ochenta, en que la Transición proclamó que la extrema derecha no existía en España, comenzó un lavado de cara, una bajada de fachada (con perdón). Los que vendían llaveros y mecheros de Fuerza Nueva redujeron a la mitad su dosis de gomina, se dejaron media melenita e incluso ¡la barba!. Dejaron lo del oro de Moscú y ahora hablan de Venezuela. Las pulseritas con la bandera del pollo y los polos arribaespaña dejaron paso a la camisa celeste de manga larga y el pantalón claro (vagamente inspirado en el uniforme de la OJE) para ir a tono como concejales o subdelegados de algo. La ultraderecha había sido abducida por Alianza Popular (luego Partido Popular).

Por eso, queridos niños, no existe la ultraderecha en España. Anda que no.

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