Análisis

Guillermo Alonso Del Real

Ancianos

Las culturas más relevantes han honrado y respetado a sus ancianos

"Y los que dicen que la vejez no es apta para gestionar cosas, no aducen nada; [...] No hace las mismas cosas que los jóvenes. Pero hace cosas mayores y mejores. Las cosas grandes no se hacen con las fuerzas, o la rapidez, o agilidad del cuerpo, sino mediante el consejo, la autoridad y la opinión; cosas de las que la vejez no solo no está huérfana sino que incluso suele acrecentarlas."

Marco Tulio Cicerón. "De senectute".

El pasado miércoles nuestros belicosos mayores volvían a ponerse frente al Congreso de los Diputados en intento vano de ser recibidos por la Presidenta de la Cámara Baja. Hubo enfrentamientos con la policía y, por fortuna, amplia repercusión en "los medios". Los pensionistas, con toda la razón del mundo, pretendían que sus pensiones alcanzaran y, sobre todo, mantuvieran un nivel digno. Dicen que todo depende de ese inoperante Pacto de Toledo, una especie de monstruo del lago Ness, que emerge y se sumerge a capricho de algunos de sus más destacados miembros.

El aspecto económico y social de la cuestión parece más que evidente. Tal vez no suceda lo mismo con los aspectos culturales descritos con certeza por el viejo Cicerón. Aunque parezca anecdótico, destaquemos que no fueron recibidos, que no se respetaron sus canas ni se consideró su dignidad. Eso me parece grave, porque las culturas más relevantes de la antigüedad y algunas actuales han honrado y respetado a sus ancianos; incluso han escuchado su consejo con atención, cosa que en nuestras modernas y desarrolladas naciones no parece que esté sucediendo.

Hace un par de semanas andaba el retornado a vueltas con una novela de Deborah Moggach: "El exótico hotel Marigold", que también inspiró una película aceptable, pero carente del espíritu de la novela, cosa que sucede con frecuencia en las adaptaciones. Sin entrar en muchos detalles, me quedé con un par de reflexiones sobre el asunto de los viejos: estorban, estorbamos. Aquellos ancianos británicos son empaquetados por sus deudos hacia la remota India, tanto a causa de la crisis en los servicios sociales, como a la incapacidad familiar de hacerse cargo de ellos. Allí topan con una realidad de gran pobreza, pero con una cultura que respeta y considera a padres y abuelos. Ciertamente en muchos países "subdesarrollados" hemos podido observar este hecho. A lo mejor es cierto que los ancianitos somos una lata, pero tal vez sepamos alguna cosilla a casusa de la experiencia. Claro que experiencia no equivale a veteranía, porque algunos de mis coetáneos han conseguido vivir una pila de años sin enterarse de la misa la media, aunque esto no es lo habitual. En la comedia romana, por ejemplo, aparecen numerosos vejetes ineptos, que lo suelen ser a causa de no haber aceptado la edad, con todas sus ventajas e inconvenientes.

En el terreno de la política los ancianos han pasado de moda. En España y en otros países se va optando por jóvenes más o menos brillantes y, a ser posible, guapetones. Cuestión de moda. Yo no les quito capacidad y mérito, me limito a registrar el fenómeno. Sin embargo hay ejemplos recientes de políticos ancianos altamente capaces y respetables, como el Presidente Pepe Mújica, modelo de honestidad y de sobriedad, una de las cualidades que se va echando en falta con frecuencia. Un poco más atrás, se acuerda uno de Winston Churchill, que duró cincuenta años en la política con fortuna desigual, pero cuyo nivel resulta innegable. Incluso era un hombre cultísimo, que obtuvo el premio Nobel de Literatura. Porque su cultura no era exclusivamente política o económica, sino netamente humanística, cosa que a la sazón no se estima en demasía. Los políticos esos tan "cool" suelen ser abogados, economistas y cosas así. Algunas excepciones, como mi amigo José Antonio Pérez Tapias, son expulsados vegetativamente por el sistema. ¿Qué coño pinta un filósofo en la política? ¿Para qué necesitamos a Platón, a Hobbes, a Rosseau?

El papel de los ancianos en nuestra sociedad parece haberse encastillado en cuestiones de carácter asistencial: hogares del pensionista, excursiones del IMSERSO, actividades lúdicas de lo más variopinto. Tampoco es que vaya un servidor a pretender el retorno de la gerontocracia, pero no estaría mal que se aprovechase la experiencia de los mayores (que la posean).

Por añadidura, los seres denominados hoy "de la tercera edad" suelen encontrarse en condiciones de salud física y mental muy aceptables. Quieras que no, la mejor alimentación, el avance de la medicina y la relativamente menor dureza del trabajo han producido generaciones mejor conservadas que las precedentes, aquellas que venían de pedalear "de Chiclana y de otros pueblos… hartos de cemento, etc.", que certeramente describió el gran Paco Alba.

Pues aprovéchese su vigor y su sapiencia en la medida de lo posible. Sobre todo, que se respete y considere a los ancianos. No sólo es cuestión de emolumentos económicos, que también.

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