El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Lo vivido en estos días en El Puerto tiene múltiples lecturas. Casi todas ellas carecen de objetividad, ya que en los tiempos que corren, la subjetividad, la politización y el enterísimo paradigmático visionario de gurú investido de sabiduría, alejan muy mucho la realidad de la verdad, o al menos, de esa objetividad racional que pueda caracterizar al ser humano. Un evento de tal magnitud, sin que se hayan producido hechos importantes (pero no de esos que alarma a muchos y afecta a pocos) merece al menos nuestra consideración. Una feria, una simple corrida de toros, un concierto, o hasta las obras del festival de comedias de Muñoz Seca, generan mayor, y puntual colapso, que el vivido en estos tres días. Sin embargo, las fotos subidas al Facebook y las denuncias, que no reales, sino a través de las redes, han tratado de crear una visión caótica y apocalíptica de dicho festival. No han faltado las criticas a la basura acumulada, parecida a la de aquellos botellones de la plaza de toros, en donde cada mañana, los que por la zona vivíamos, nadábamos cual Tío Gilito, entre montañas de la basura mas absoluta. Se criticó el empleo de la policía local para controlar dicho evento privado, se criticó la falta de policía para controlar el tráfico (claro, la mayoría estaban controlando que los bares del centro cerrasen). Se criticó la recogida de basura por personal municipal y, se criticó la falta de limpieza… como siempre, un elenco de críticas en uno u otro sentido, dispar y antagónico. Por mi parte me quedo con el civismo de miles de jóvenes masificados, con la ausencia de hechos destacables, de esos que salen en las noticias de las tres por avalanchas, muertes, siniestros múltiples y otros casos. Claro está que muchos dirán que hubo pinchazos (la nueva moda delictiva en la que, sin embargo, las asistencias médicas niegan sustancias en las víctimas, y en caso de síntomas, son mas propios de las ingestas alcohólicas que de intentos de sumisión). Me quedo con ese comportamiento en donde el molesto ruido aún no ha causado la muerte de nadie, excepto la de miles de amargados que quieren un Puerto sin ruido, sin basura, sin gente, sin calor, sin frío, un Muerto de Santa María, sin cohetes ni petardos, sin pijos, sin cutres, sin arena en las playas, un Puerto que ahora que parece salir del letargo, les molesta a más de uno que ya no saben que más tirar por tierra.

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