Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Esta semana el alumnado andaluz se ha enfrentado a la temida selectividad. El primer examen, Lengua, partía de un texto literario en la opción A y de un texto periodístico en la B. El texto periodístico recogía el dolor por el cruel asesinato de Laura Luelmo y advertía de que eso no hará que las nuevas generaciones de mujeres vuelvan a encerrarse en el miedo y la cautela en que se educaron las generaciones anteriores. En Twitter, un señor que se presenta a sí mismo como filósofo, crítico político y cinematográfico y cuyo nombre pienso omitir para no darle la más mínima publicidad, lo comentaba así: "En el examen de Andalucía, Pepa Bueno sobre feminismo de género y extracto de Los girasoles ciegos sobre memoria histórica. Lo malo es que pretenden adoctrinar hasta en exámenes; lo bueno, que son previsibles y cabe responder lo políticamente correcto".

El mismo día del examen escucho en la radio un dato que me sorprende sobre el consumo de pornografía en España y me paro a buscar datos. Resulta que un reciente estudio de la Universidad de las Islas Baleares titulado "Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales" deja sobre la mesa afirmaciones tan alarmantes como que "el primer acceso a contenidos pornográficos de los jóvenes españoles en internet se anticipa a la etapa infantil, con edades tan tempranas como los 8 años". La investigadora Carmen Orte ha afirmado que "el vídeo porno más visto en la actualidad en internet escenifica una violación en grupo muy violenta". Los vídeos de este tipo de nueva pornografía albergan prácticas como "sexo sin preservativo o presencia de violencia abierta con estrangulamientos o fuertes golpes". Según Pornhub, el único de los grandes portales de acceso gratuito que publica informes de actividad, se registran tres millones de visitas por hora y mueve cada día ocho veces más volumen de datos que Facebook.

No hay mucho más que decir. Más allá de ideologías políticas, nadie querría que su pareja o sus hijos se hubieran educado en el sexo a través de estos modelos, modelos que luego se ponen en práctica en la vida real. Entonces, ¿por qué seguimos frivolizando con la violencia de género, por qué permitimos que luchar contra ella se considere adoctrinamiento?

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