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Cultura

La voz de Zenet abraza Cádiz

  • Entregado a un público que no dejó de aclamarle, el polifacético malagueño actuó en el Baluarte con letras repletas de magia y pasión

Conquista. Embriaga. Entrega. Fusiona. Motiva. Divierte. Sugiere. De palabra diáfana, cordial, precisa y convincente. Así fue la pasada noche del sábado, una auténtico sueño de una noche de verano acompañado de una música de calidad. Viajero impenitente por todos los caminos del mundo, seducido por las flechas de la rosa de los vientos, que le han traído de nuevo a su querido Cádiz. Por su frente campaba la llama luminosa de un inefable amor a nuestra ciudad. Sencillo y abierto al diálogo, así es el más que músico Toni Zenet.

Alrededor de las 23:30, Zenet hizo una entrada triunfal en el escenario, haciendo gala de sus dotes dramáticas. El público del Baluarte de la Candelaria, que fue testigo del embrujo y hechizo de este Picasso en la ficción, hizo una apuesta por la originalidad. Cerrabas los ojos y creías estar presenciando una rememoración de los clásicos. Y eso es buena señal. Las hojas de los árboles se estremecían siguiendo el compás de las alocadas cuerdas, que suspiran y juegan, mientras el Levante despertaba. "No sé ni lo que voy a hacer, pero ya nos inventaremos algo", comentó el artista antes de empezar. Con parejas cogidas por la mano y el efecto arco iris de las luces comenzó el espectáculo. Toni sorprende, juega y enamora. Tanto es así que en mitad de la actuación le propusieron matrimonio. A lo que él, agradecido, contestó: "Me temo que no podrá ser porque estoy casado. En otra vida será". A las gaditanas les robó el corazón, incluso la policía tuvo que llamar la atención a una de las enamoradizas. Uno de los momentos más divertidos de la velada llegó cuando Zenet le dedicó a una de ellas la canción Tranquila con tono irónico, íntimo y romántico. Un tono que alcanzó su punto más álgido con un bolero impregnado de sonidos antiguos, ragtime y chotis, Por debajo de Madrid. A colación de este tema dijo: "No canto flamenco pero esto que hemos hecho es jondo".

"El amor es el mejor de los maestros", dijo Plinio en sus Epístolas. Y Zenet parece haber seguido los consejos de Plinio al hacer del amor un pretexto para tratar temas universales de la condición humana como la esperanza, la desidia o el carpe diem que se desprendía de sus palabras. Como un auténtico truhán, se deshizo en consejos de pareja al público, provocando la risas de algunos asistentes mientras otros tomaban apuntes. En la canción Sé que estás pensando en mí el ritmo invadía las piernas y brazos del público.

Fue un concierto comunitario, en trance de apertura y participación constante. La voz de Zenet, el contrabajo de Lucho Aguilar, la batería de Jimmy Castro y la trompeta de Antonio Machado experimentaron y jugaron ante las atónitas miradas de los gaditanos. A lo largo de la función, el artista confesó que "ya sentía síndrome de abstinencia de Cádiz". Un género musical que no tiene nombre, sino aires de todas las fuentes de las que ha bebido. Un ecléctico en estado puro. Su música es un viaje por las músicas del mundo, los aires de copla andaluza, el tango argentino, el son cubano y el jazz neoyorkino. Pero también es un viaje por el interior de la cotidianidad. "¿Quién no tembló alguna vez con el primer beso?", apuntó el artista. Susurró al micrófono con Me gustas. En su poesía se resumen otras poesías, otras palabras. Cumplidor con el arte y la estrategia de renovación al ahondar en los sentimientos de los oyentes."De gran categoría Toni", le clamaban.

Con sus letras habría que escuchar profundo en silencio, quedarse muy quieto, abrir la mente. Sumergirse en la paz que hay más allá de las ideas desenfrenadas y caóticas, de las visiones y ruidos de este loco mundo. Apaciguar la mente, aquietar el corazón y dejar que la paz te envuelva mientras escuchas a este genio con capacidad de amor y ansía de entrega. Y la de Zenet es mucha. Saint-Exupéry dijo: "Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección". Y Cádiz y Zenet miraron y soñaron juntos aquella noche de verano.

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