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Cultura

La visión extranjera en versión siglo XXI

  • Israel Galván inspira el ensayo 'El bailaor de soledades' del filósofo francés George Didi-Huberman

Cuando uno se adentra en la lectura de una obra de las características de esta es casi inevitable caer en la sorpresa. Un filósofo francés desmenuzando y analizando de manera tan lúcida la expresión de un artista tan singular como es el bailaor Israel Galván no es, en principio, para menos. Claro que tampoco es un fenómeno nuevo este de la mirada exterior. Fue el maestro José Luis Navarro García, gran experto e historiador del baile flamenco, el que me hizo salir del asombrado y fervoroso entusiasmo en que me encontraba con esta lectura. Porque, tan seducido estaba por el ensayo, que le escribí para transmitirle mis sensaciones. Respondió tan escueta como sabiamente. Este francés, me contestó, es un extranjero del siglo XXI que, como hicieron los del XIX, nos ayudan a ver cosas. Su atinada observación mira el trabajo en el prisma adecuado, pero no logra restarle méritos a esta obra, El bailaor de soledades de George Didi-Huberman (Pre-textos, 2007), que resulta tan reveladora de la personalidad de un artista que a nadie deja indiferente.

Para empezar, habría que contar que Didi-Huberman, profesor en la Ècole des Hautes Ètudes en Sciences Socials de Paris, es filósofo e historiador del arte y, a tenor del carácter de sus muchas publicaciones, es un especialista en imagen y estética. También, de la lectura de su ensayo se deduce que ha frecuentado Sevilla y sus bienales flamencas, experiencias que le han debido de dar un tiempo de observación suficiente, sin que por ello haya perdido la distancia necesaria para reflexionar y filosofar sobre lo visto. Porque este ensayo se construye a base de observación y de reflexiones realizadas desde la distancia no sólo cultural -que sería pequeña- sino, sobre todo, de la que aporta un método científico de análisis. Este parte desde un necesario enfoque antropológico, cuando afirma que "ningún proyecto que considere la condición humana (…) puede emprenderse sin plantear la cuestión crucial de la danza". Sobre ella hace una reflexión que pudiera parecer obvia: "bailamos para estar juntos", lo que contrapone a la impresión de un bailaor que baila solo, y no desde el punto de vista físico, sino más bien porque parece "bailar su soledad, como si para él fuera una soledad compañera, o sea, compleja, poblada de imágenes, sueños, fantasmas, memoria".

Las soledades constituyen el eje del estudio. Soledades que pueden ser espaciales, espirituales, corporales o temporales, capítulos en los que se divide esta obra que, según declaración de su autor, forma parte de un estudio "más extenso sobre el arte del cante jondo". Esos cuatro apartados se pueblan de citas con consideraciones estéticas que pueden ir desde Nietzsche a Delleuze, pero también de muchas reflexiones sobre el carácter, la estética del arte taurino, desde Belmonte a José Tomás. No en vano, la obra de Israel Galván Arena, estrenada en la Bienal de 2004, constituye la base del estudio.

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