Cultura

'Los vilanos por el aire' de Rivero Taravillo llegan al Reina Sofía

  • El centro acoge hoy la presentación del último título del escritor, publicado por Isla de Siltolá

Antonio Rivero Taravillo, en su casa en Sevilla.

Antonio Rivero Taravillo, en su casa en Sevilla. / juan carlos vázquez

Cualquiera que haya tratado a Antonio Rivero Taravillo sabe que es de mente y palabra ágil, un tipo ingenioso, witty, en ese matiz que precisamente la traducción pierde. El autor presenta esta tarde, de la mano de la Fundación Carlos Edmundo de Ory, su último título: Vilanos por el aire, una selección de aforismos que llega publicada por el sello sevillano Isla de Siltolá.

Los aforismos no son microcuentos, aunque pueden serlo; son guiños de ingenio, pero también pueden no serlo. Si desde luego son algo, apunta Antonio Rivero Taravillo, han de ser "verdaderos". La colección que ahora publica viene a mostrar por qué son un género por sí mismo y por qué tienen vigencia en un mundo en el que todos pían, más allá de los 140 caracteres - "Hoy casi no queda chorlito que emita algún twit", escribe Rivero Taravillo-. Muchas de las líneas que se reproducen en Vilanos por el aire saltaron primero -siguen saltando-, a modo de campo de prueba, al blog que desde hace años mantiene el escritor: fuegoconnieve.blogspot.com.

Los chispazos de Vilanos en el aire discurren a lo largo de diversos temas, aunque la edición y la escritura adquieren especial protagonismo: Rivero Taravillo ha tocado todos los palos posibles en el escenario literario. En su biografía, se incluye haber sido director de la Casa del Libro en Sevilla y trabajado como editor para Paréntesis Editorial. Ha escrito novela, libros de viajes y ensayo y varios poemarios (el último, El bosque sin regreso, también con Isla de Siltolá, en 2016), y entre su nómina de autores traducidos se encuentran Yeats, Keats, Milton, Shakespeare, Robert Graves, Jonathan Swift, H.G. Wells, Liam O´Flaherty o Flann O´Brian.

Los vilanos proclaman el bochorno ante los escritores de solapa -aquellos que viven por y para el ego-; la desconfianza ante algunos premios literarios - "cuya dotación económica se diría una indemnización: tal desprestigio es ganarlos"- o el escepticismo ante el fenómeno de la autoedición - "Ese autor que se autoedita sus novelas: el triunfo de la afición sobre la ficción"-. Vivimos una época en la que escribir -sugiere Rivero Taravillo- es un ejercicio que podría alcanzar la condición de manía colectiva y en donde parece que el último lector del planeta no dará a basto a firmar los "ejemplares que le ofrezcan todos sus autores".

El 'Glosario editorial' que sirve para cerrar el título da también muestra de esta visión escéptica respecto al mundillo literario. Todo ello, envuelto en un humor incisivo y cariñoso, lejos del veneno, que se aplica a todos los vectores presentes, también al propio autor - "La vida es lo que pasa mientras escribes tus versitos"- y que abriga los textos con un mismo mensaje: la importancia de saber reírse de uno mismo y de envolver con humor aquello que te hace encogerte de hombros.

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