Música

Un verdadero regalo de obra mayor

Una escena de la zarzuela 'La tabernera del puerto'.

Una escena de la zarzuela 'La tabernera del puerto'. / Coral UCA

España quizás sea de los pocos países con un don innato para no saber presumir de sus propios tesoros culturales y la zarzuela es uno de los ejemplos de este axioma. Compositores y autores de zarzuelas como los que hicieron posible 'La tabernera del puerto' (música de Pablo Sorozábal y libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, estrenada en 1936 en Barcelona) ocuparían un lugar destacado en el panteón de las artes de cualquier nación. Si decimos que en esta zarzuela pueden escuchar la canción de 'Eres blanca y hermosa' o la romanza de 'No puede ser… esa mujer', seguramente se puede entender que combina música popular con la lírica exquisita para un tenor. La zarzuela sigue sufriendo cierto desdén y estigma del gran público que se queda encerrado en el círculo vicioso de no conocer el género y no poder conocerlo porque no se le acerca a él. La zarzuela ofrece una gran variedad de temas y formas que puede satisfacer al público más exquisito y al más profano por partes iguales, pero existe una distancia que -del mismo modo que le ocurrió a la copla o al flamenco, en un momento dado- se vio apartado de los grandes escenarios sin justificación alguna.

La obra representada el pasado sábado en el Gran Teatro Falla con lleno casi absoluto se puede encuadrar en lo que sus autores calificaron como un romance marinero en tres actos, lo cual ya nos da la pista de su estructura y contenido. Nada que ver con el casticismo ni con la ligereza. Es una zarzuela compleja en número de cantantes, construcción de personajes y de una gran carga de interpretación teatral. Enmarcada en la imaginaria ciudad norteña de Cantabreda, se entrecruzan personajes populares, intrigantes, románticos, atormentados, buscavidas, ingenuos, rudos, sumisos o redimidos. Nada que envidiar a la trama de las óperas más conocidas y aceptadas por el gran público dada la amplitud y versatilidad de los perfiles de los personajes. Por eso debemos subrayar que la apuesta de ProyectoUCA de la Coral de la Universidad de Cádiz (que ya ha cumplido cuarenta años de andadura) es algo muy digno de aplaudir.

En cuanto a la representación, siempre debemos partir de una premisa: ¿con qué mimbres partimos y hasta dónde se puede exigir como público? En mi particular opinión, la Coral UCA saca petróleo de una maceta, si se me permite la metáfora. Poner en escena una zarzuela tan compleja en lo musical y lo teatral no está al alcance ni de ciertas compañías profesionales. Por esta razón, nunca defrauda en lo que plantean y llevan a cabo. Es evidente que, más allá de la propia vocación formativa y cultural de la coral universitaria, existe un nivel de autoexigencia muy alto que les lleva a progresar en cada propuesta que nos presentan -con la participación de ciertos profesionales o con el auxilio de terceros-.

Si desglosamos la interpretación musical, empezaremos por la participación de la orquesta Álvarez Beigbeder que no supo modular su volumen con un exceso de entusiasmo, lo cual ocasionó dificultades de audición en determinados momentos de la obra. En líneas generales, siempre es una orquesta que cumple su papel con eficacia pero esta vez encontró más dificultades para esa necesaria comunión con los cantantes. En cuanto a los solistas, solo cabe felicitarlos. Aunque Lucía Millán, José Julián Frontal, Manuel de Diego y María Orgueta ya nos tienen acostumbrados a un nivel excelente, esta vez se encontraban con dos dificultades añadidas: tener que interpretar piezas muy conocidas (auténticos iconos de la canción lírica) y un mayor peso de la interpretación teatral en la construcción de los personajes. En cuanto a los personajes secundarios, aquí encontramos las grandes sorpresas por su nivel en ambas facetas. Las interpretaciones de Guillermo García, Amelia Font, José Helmo, Juan José Guerrero, Luis Martín Rodríguez y Francisco Naranjo fueron sobresalientes dado que no todos partían con un bagaje teatral que les pudiese dar seguridad en las tablas. Destacamos entre todos a Guillermo García y Luis Martín, en sus respectivos papeles de Simpson y Ripalda, como ejemplos de una solvente interpretación teatral sin partir de una gran experiencia en ese ámbito.

La dirección musical de Juan Manuel Pérez Madueño volvió a resultar eficaz y muy trabajada en cuanto a la compenetración de foso y escenario, si bien ya expresamos que la orquesta extralimitó el volumen en ocasiones, lo cual fue en perjuicio del resultado final.

La escenografía y dirección escénica solventó la estética y ambientación de la obra, si bien se acusó cierta dificultad de movimientos en un escenario con demasiados objetos para la cantidad de intérpretes que necesariamente debían estar presentes simultaneamente. Siempre es difícil elegir entre dar mayor solidez a la ambientación o primar la comodidad. Quizás por esta razón también pudo sufrir la proyección vocal al retrasar las posiciones de los cantantes en beneficio de un decorado portuario muy efectivo.

En conclusión, el sábado pudimos disfrutar de una tabernera (Lucía Millán), Leandro (Manuel de Diego), Juan de Eguía (José Julián Frontal), Abel (María Ogueta), Antigua (Amelia Font), Simpson (Guillermo García), Verdier (Juan José Guerrero Balber), Chinchorro (José Helmo) y un pueblo marinero (Coral UCA) que nos llevó a disfrutar de una de las zarzuelas consideradas “mayores” de este tipo de repertorio con sobrada solvencia y agradable regusto final.

Por lo que vemos en cada ocasión, no dejaremos de expresar nuestra gratitud y apoyo a las iniciativas del ProyectoUCA de la coral universitaria gaditana. Debemos ser conscientes que su labor es practicamente heroica al acometer proyectos que sin esta ilusión y esfuerzo descomunal, no sería posible en una ciudad que tiene a la música clásica prácticamente acorralada y abandonada por entidades públicas y privadas. Ojalá algún día nos demos cuenta del verdadero valor de la deuda de cultura y música que le debemos a la Coral de la UCA...y a un precio absolutamente mínimo.

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