el libro como objeto de culto | una colección única en cádiz

El triunfo del bibliófilo errante

  • Buceando en librerías de todo el mundo, Diego Martínez Casado ha construido en Cádiz una de las mejores bibliotecas de Europa sobre la faceta artística de la encuadernación

  • Hoy asesora a grandes coleccionistas europeos y americanos, a libreros y a expertos de varias casas de subastas

Hay al menos dos episodios en la vida de Diego Martínez Casado (Cádiz, 1971) que explican por sí mismos su pasión por los libros y por su belleza: uno, cuando justo después de su Primera Comunión arrancó de su álbum de firmas aquellas espantosas pastas de plástico seudonacaradas y se plantó en el taller de los Hermanos Galván para que se lo encuadernasen con unas elegantes tapas rojas de piel con dentelle-Derôme. Por aquella época ya se gastaba en libros todo lo que ganaba jugando al crivi... Y dos, cuando durante un terremoto de magnitud 7,5 que le pilló en México DF creyó que moriría con la mayor gloria posible: literal y literariamente sepultado por los 15.000 volúmenes de la librería que estaba escudriñando. Ya en esos años se había fraguado el bibliófilo errante en el que lo había convertido aquel afán irreprimible de leer algo más que los manuales de electricidad, mecánica y carpintería que había en su casa. Su primer descubrimiento vino de la mano de un Lazarillo de Tormes en una edición barata, pero con sus dorados, por supuesto.

Desde hace casi treinta años, Diego Martínez viene recorriendo las librerías y los mercadillos de todo el mundo en busca del próximo volumen, fotografía, revista, carta o afiche con el que enriquecer todavía más una de las mejores bibliotecas documentales sobre historia de la encuadernación en su aspecto artístico que existen en Europa. La componen unos 2.500 volúmenes, muchos de ellos únicos e inéditos, que alcanzan los 4.000 si se les suman los ejemplares de una colección de relatos bibliofílicos -de libros sobre libros- muchos de ellos magistralmente encuadernados por Juan Antonio Fernández Argenta. Un patrimonio cultural e histórico único que podría residir en cualquier otro lugar del globo si no fuese porque su arquitecto, entre todos los que ha visitado, eligió su Cádiz natal para construirlo.

Pero no es el tesón del coleccionista lo que principalmente le mueve. Esforzado viajero hasta las más exóticas bibliotecas -como la Andalusí de Tombuctú, hoy a salvo en algún otro lugar seguro del convulso Malí- y visitante asiduo de la Wittockiana de Bruselas, la de Mark Getty, de Oxford, y otras de igual importancia, para las que se ha ganado merecidos pases de privilegio, Diego es antes que nada un riguroso investigador de la faceta plástica de la encuadernación, sobre todo de la contemporánea del siglo XX, a quien incluso consultan expertos de bibliotecas nacionales.

Cada libro ha sido cuidadosamente elegido y estudiado y todos componen un relato homogéneo. La principal joya: la documentación del taller de Pierre-Lucien Martin -uno de los mayores encuadernadores que ha dado el siglo XX francés-, que reúne la historia de la Société de la reliure originale. Acabada la Segunda Guerra Mundial, esta sociedad elevó la encuadernación a la categoría de primer arte. Entre sus perlas, correspondencia con Paul Bonet, Germaine de Coster, Georges Leroux y buena parte de la élite intelectual artística de la época. "Aunque cueste decirlo, soy un afrancesado en temas bibliofílicos", termina confesando.

Después de una trayectoria profesional como delegado científico de una multinacional farmacéutica que dejó aparcada hace dos años, el Bibliófilo Errante recibe en su casa gaditana al menos dos peticiones de asesoramiento a la semana de grandes coleccionistas europeos y americanos, de prestigiosos libreros -sobre todo franceses- y de expertos de las primeras casas de subastas del mundo. Insiste Diego en que no puede facilitar ni nombres ni cifras. La discreción es regla de oro en el mercado bibliófilo y pese que hasta ahora no ha asesorado profesionalmente, se sabe un agente con influencia en sus tendencias y cotizaciones. "Como todo lo que se compra y se vende, el libro también tiene sus miserias y sus grandezas", resume.

"El bibliófilo gaditano Diego Martínez Casado, tras veinte años de viajes y apasionada bibliofilia, ha juntado a su escogida colección de encuadernaciones una selecta biblioteca de referencia que las explica en su contexto bibliofílico", escribía en 2011 José Luis Checa Cremades en El libro antiguo. Materia bibliográfica y objeto de deseo. Checa Cremades es historiador del libro antiguo, especialista en historia de la encuadernación y autor del blog www.checacremades.blogspot.com, donde no faltan las entradas dedicadas a varios ejemplares de su paraíso bibliófilo.

Entre los grandes creadores de cabecera de Diego Martínez figuran, claro está, Pierre Legrain, "el primero que rompió con los hierros clásicos, el padre de la encuadernación moderna, el Picasso de este arte"; Paul Bonet -que diseñaba, pero encargaba a otros maestros materializar sus trabajos- y Pierre-Lucien Martin, que hizo alguna incursión en la poesía bajo seudónimo en una obra ahora en su poder.

En España nombra en primer lugar a los gaditanos Hermanos Galván, "unos grandes maestros en la reinterpretación de los estilos clásicos y antiguos y los mejores en mosaicos y dorados"; pero también a Juan Antonio Fernández Argenta, "que representa la fuerza de la naturaleza y la creatividad sin límites" y a Ana Ruiz Larrea, "que tiene una mano de ángel y despliega una perfección técnica absoluta e irreprochable". Sin ánimo de olvidarse de nadie, cita también al taller Obradoiro Penumbra, a Andrés Pérez Sierra, a Guadalupe Roldán Morales...

El Bibliófilo Errante explica, argumenta e interpreta cada uno de los ejemplares de su bibilioteca enlazando y relacionando autores, obras y épocas con tanta pasión como rigor histórico: "Pierre Legrain rompe con todo, entre otras cosas porque hubo un coleccionista, Jacques Doucet, diseñador de moda, que le dio pie para que lo hiciera [...] Hay muchos actores en el mundo del arte y cuando uno desaparece, el mundo del arte cojea de alguna pata".

Hace unos años, Diego Martínez decidió añadir un papel más a su activísima participación en el mundo del libro y la encuadernación creativa reavivando una decena de proyectos que aguardaban en un cajón, convirtiéndose también en editor. El mes que viene tiene previsto inaugurar su propia editorial, la Martineziana Bibliotheca Editions, que trabajará en tres líneas de exquisitas y limitadísimas ediciones: la de los livres d'artistes, "que son obras en las que dos o más autores establecen un diálogo entre fondo y forma y que, paradójicamente, se abrirá con un monólogo mío, porque seré yo quien escriba, diseñe y encuaderne el primero"; los artists' books anglosajones y, por último, la edición de textos bibliofílicos, para la que atesora mucho material inédito. Ya las ha bautizado: Colección Bibliófilo Errante, Colección Miramundo y Colección Mirabilia.

También prepara una exposición con los catorce volúmenes de la Pequeña colección del bibliófilo, editados por Ramón Miquel y Planas a principios del siglo pasado y encuadernados por Juan Antonio Fernández Argenta, para dentro de dos años, precisamente en el centenario del inicio de su publicación.

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