Paisajes para no colorear | Crítica

Ellas toman la palabra

  • La compañía chilena La Re-sentida ofrece en el FIT un desgarrador mensaje en su obra 'Paisajes para no colorear'

Una escena de 'Paisajes para no colorear', de La Re-sentida.

Una escena de 'Paisajes para no colorear', de La Re-sentida. / Fito Carreto

Nueve adolescentes chilenas de entre 13 y 17 años tomaron el pasado domingo el escenario del teatro Falla. No, no era la fiesta del colegio. No había entre el público padres complacientes ni móviles indiscretos para inmortalizar el momento. Estas jovencísimas mujeres venían a hacer oír su voz de la única manera que les es posible: a través del teatro. Llegaron al FIT cargadas de fuerza y de razones y sorprendieron con su desgarrador mensaje.

Paisajes para no colorear es una propuesta colectiva sustentada en más de cien testimonios de adolescentes chilenas, que, como en otras partes del mundo, sufren violencia física y psíquica constante. Las actrices de La Re-sentida se erigen como estandartes de una revolución en marcha que tiene como objetivo algo tan sencillo, y tan difícil de conseguir, como es que se respeten los derechos humanos, la libertad y la capacidad de decidir sobre el destino propio, sobre el propio cuerpo.

Resulta complicado escribir sobre una obra como ésta utilizando los parámetros al uso para comentar un montaje teatral porque Paisajes para no colorear es teatro, pero no es solo eso.

Es una oportunidad para hablar de lo que nunca se habla, un resquicio para la sensatez, una ocasión para reflexionar sobre la situación de muchos seres humanos que ven amenazada su integridad por el simple hecho de ser mujeres menores de edad.

Y es que estas adolescentes tienen mucho que decir, y lo dicen quedamente o a voz en grito. Agradecen por cortesía que se las escuche por “primera vez sin interrumpirlas”, aunque son conscientes de que no hacen más que ejercer un derecho: el que tenemos todos a pedir justicia.

Paisajes para no colorear es una propuesta política en el más amplio sentido de la palabra. Lo es porque toma partido, porque reivindica y denuncia, también porque critica al poderoso, porque no se queda en la superficie, porque no elude la desobediencia ni el desacato. Chile está en lucha y estás mujeres adolescentes se sienten parte de esas reivindicaciones. Pese a su corta edad, deciden tomar las riendas de sus vidas. Por eso sus interpretaciones tienen mucho de sucesos vividos, su emoción es verdadera, sus parlamentos, dardos entrenados para dar en la diana. Y sí, realizan un trabajo convincente, están preparadas para comparecer ante el público y dar forma al drama. La propuesta escénica funciona, es dinámica y coherente.

La Re-sentida no trata únicamente de contar historias que representan a muchas otras, con nombres y apellidos, con su contexto de desolación y agravio. Se esfuerza además en construir un discurso impactante, que nos llega, aunque no sepamos cómo reaccionar. Porque en esta ocasión, los aplausos no son suficiente. Estas nueve adolescentes no buscan un premio sino que se oiga su voz, y en ello insisten, una y otra vez, pese a que está encendido el patio de butacas y la representación ha terminado.

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