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Antonio Lizana. Saxofonista y cantaor

"Si me hubiera quedado en Cádiz no habría hecho esto"

  • El músico isleño presenta su segundo disco, 'Quimeras del mar', en El Pelícano con dos conciertos.

Tan directo y sencillo en su conversación como en sus letras flamencas que ponen el pellizco a los standares que él mismo construye e interpreta. El músico isleño Antonio Lizana es único en su especie, saxofonista y cantaor. Un artista que, además de original, se preocupa por ofrecer una propuesta de calidad. Con su grupo -el batería francés afincado en el mismísimo barrio del Mentidero, Vicent Thomas, el bajista Tana Santana, el pianista Marcos Salcines y el percusionista Epi Pacheco- además de con la guitarra flamenca de Adriano Lozano, Lizana estará hoy y mañana en El Pelícano para presentar su segundo disco, Quimeras del mar. Un compacto que se iba a presentar en Cádiz durante los conciertos de verano y que la promotora Torre Mirador suspendió una semana antes de su celebración.

-Por fin presenta su segundo disco en Cádiz tras la intentona fallida. ¿Una cita esperada ésta?

-Pues aunque a suene tópico, desde que empiezas a vivir fuera, volver por tu tierra es muy importante porque significa un encuentro con tu propia raíz, volver al lugar donde aprendiste a tocar y ahora poder mostrar tu desarrollo ante el público que te ha visto empezar. Todo eso crea una emoción muy especial. Es más, te digo que hay veces que he estado tocando en festivales muy gordos y no me he puesto nervioso pero cuando toco al lado de mi casa me entra un pellizquito que le pone un poco de emoción extra al asunto.

-'De viento' fue un trabajo sorprendente pero, ¿es quizás en este 'Quimeras del mar' donde está asentando sus conceptos?

-Efectivamente, ha habido una diferencia entre primero y el segundo. Al primero se le fue dando forma en el propio proceso de grabación, en el estudio, prácticamente, no sabíamos muy bien cómo iba a acabar sonando aquello... Fue la primera prueba y, de verdad, que quedamos todos contentos porque De viento salió muy bonito. Pero ahora con el segundo, con el bagaje que te aportan cuatro o cinco años de conciertos, se plasma muy bien lo que hacemos en esos directos, que es lo que nos gusta. En Quimeras del mar teníamos una idea clara de cómo queríamos que sonora, sabíamos los puntos fuertes y no tan fuertes del grupo y hemos crecido en ese sentido.

-También en este nuevo disco se mete más a fondo en el flamenco, ¿no? Hay seguriyas, soleá, bulerías...

-Sí, hay un acercamiento a los palos flamencos desde un punto de vista tradicional. Es verdad que en De viento lo que yo cantaba, más que corresponder a algún palo flamenco, eran canciones cantadas con una voz aflamencada; sin embargo para este disco me he metido a estudiar cantes a tope y a la hora de componer le he querido dar cabida a irnos a la raíz del flamenco, ya que el jazz nos fluía de forma natural, hemos tocado más profundamente ese punto flamenco en soleá, seguriyas, bulerías tradicoinales de raíz...

-Viento (aire), en el primero, mar (agua), en el segundo, ¿hay alguna intencionalidad en recurrir a los elementos para titular sus trabajos?

-Pues me he dado cuenta que uno de los recursos en los que me apoyo para componer es en la naturaleza pero es algo que me sale sin intención, sin premeditación, pero justo hace unos días me daba cuenta de esto tanto en los títulos como en las composicones, el contacto con la naturaleza es como una constante...

-Sí, la misma fijación que los rockeros andaluces de los 70

-Sí, eso nos dicen, es verdad. Lole y Manuel, Triana... Ese espíritu. Pero, de verdad, que no hay nada pretendido. Estos discos están hechos a nivel de lo que siente uno. La mayoría de las letras son autobiográficas y cuando se cantan esto hace que tengan un plus de emotividad.

-Cantaor y saxofonista. Muchos no hay... ¿se siente especial?

-Hombre es verdad que haciendo las dos cosas no hay más gente pero no creo que eso por sí solo sea un valor, lo que interesa es hacer las cosas bien, en este caso, hacer las dos cosas bien. Hay muy buenos saxofonistas y muy buenos cantaores. Yo intento medirme con los mejores para conseguir terreno en los que evolucionar.

-¿Qué hizo que se lanzara?

-No sé si se podría llamar necesidad... Yo estudiaba el Superior de Jazz en San Sebastián acabando carrera y ya empecé a componer muchos de los temas de mi primer disco allí. Uno de mis referentes era el sexteto de Paco de Lucía en el que, de vez en cuando, alguien cantaba una letra. Y yo quería hacer un grupo así pero con más música jazz, claro. Así que empecé a componer letras también pero con la idea de que las interpretara un cantaor. Empezaron a salirnos cosas en bares pequeños y eso y como no había ningún cantaor en San Sebastián que conociera pues me lancé yo a cantar con la idea de que cuando viniera para el sur contar con alguno. Pero me encantó, me sentí muy bien diciendo yo mis letras y me escuchaba grabado y no me veía mal. La gente también me decía que salía emocionada y que qué cosa más bonita. Así que empecé a trabajar mi voz. Así que si me hubiera quedado en Cádiz creo que nunca habría hecho esto.

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