Cine

'Un giorno perfetto' inicia el abrumador dominio italiano en Venecia

  • El filme de Ferzan Ozpetek, centrado en la violencia doméstica, es el primero de los muchos italianos que desfilarán estos días por la Mostra.

Ferzan Ozpetek arranca la apabullante presencia italiana en el Festival de Venecia, dentro y fuera de concurso, con Un giorno perfetto, un drama sobre la violencia doméstica que aspira al León de Oro.

Valerio Mastandrea e Isabella Ferrari dan vida a un matrimonio roto con dos hijos, cuya historia está basada en la novela homónima de Melania Mazzucco, sobre un guardaespaldas que, consumido por los celos, convierte su amor en una pasión letal. El espectador vive la violencia latente acompañando un día a esta familia y los que la rodean con la ayuda de un acertado reparto entre cuyos nombres que figuran Stefania Sandrelli o Monica Guerritore.

En una rueda de prensa en la que claramente los medios italianos se volcaron con la película y jalearon a los artistas, Ozpetek ni habló de ese cáncer silencioso que destruye numerosas familias en todo el mundo, tan sólo comentó que en la película había rebajado la violencia, porque de lo contrario hubiese sido insoportable.

Aunque se trata casi de una película por encargo, familia y muerte son temas que también transitan por los metrajes anteriores del realizador de origen turco afincado en Italia, que consiguió traspasar fronteras con Hamam o Le fati ignoranti.

Ozpetek, a quien el Museo de Arte Moderno en Nueva York dedica una retrospectiva en diciembre próximo, inaugura la destacada presencia italiana en el festival de Venecia, donde tan sólo a concurso se presentan cuatro películas.

Venecia conmemora este año su 65º aniversario y parece querer celebrarlo con los suyos, pues hay numerosos actos paralelos en el certamen que rinden homenaje a grandes maestros nacionales como la conferencia internacional dedicada a los 50 años de La dolce vita. Además, se han programando documentales como Antonioni su Antonioni, de Carlo di Carlo, o la reconstrucción de Giuseppe Bertolucci sobre La rabia de Passolini, así como reposición del musical Yuppi Du, de Adriano Celentano. Hasta el León de Oro honorífico este año es para un italiano, Ermanno Olmi.

El escaso peso internacional del cine italiano condujo a que la prestigiosa revista alemana Der Spiegel criticara el patriotismo cinematográfico en la muestra, lo que suscitó un debate en los medios locales en el que intervino el mismo ministro italiano de Cultura, Sandro Bondi, quien replicó que durante años se ha criticado la ausencia del cine italiano en Venecia. "Y -afirmó- la presencia de este año demuestra, como ya quedó demostrado en el festival de Cannes, que nuestro cine ha regresado al nivel de excelencia".

El reconocimiento que obtuvieron en Cannes Il divo, de Paolo Sorrentino, y Gomorra, de Matteo Garrone, poco ha cambiado el panorama, según señala Spiegel.

No obstante, lo que sí es cierto es que el cine italiano, con casi todos sus nombres de referencia ya enterrados, vive "un momento de entusiasmo", según afirmaba el productor Domenico Procacci, quien ha financiado tanto las peliculas de Ozpetek como Garrone. "Los nuevos nombres italianos comienzan a ser conocidos afuera", afirmó el productor.

En manos del jurado internacional que dirige el alemán Wim Wenders queda ahora la decisión sobre el reconocimiento que merecen estos trabajos.

Ozpetek ha contado con la complicidad de la crítica italiana, pero quien no ha conseguido convencer ha sido el director de Hong Kong Yu Lik-wai, quien se traslada a Brasil para rodar Dangkou (Plastic City), lo que él ha denominado una "fábula moderna" sobre la relación entre un padre y un hijo.

Plastic City arranca como un thriller sobre la mafia china y la mafia política en Liberdade, un suburbio de Sao Paulo, donde se concentran las tiendas de falsificaciones, productos de piratería traídos desde China o fabricados en Brasil.

Yu explicó en Venecia que su intención no era hacer una película sobre una realidad social, sino mostrar una experiencia china fuera de China y escogió Brasil por las similitudes que en su opinión hay entre ambas naciones, como países emergentes.

Un estudiado y rompedor tratamiento de la imagen y una banda sonora que refleja las últimas tendencias de música en Brasil son el envoltorio de un drama en cuya segunda parte se adentra en el mundo de las favelas y de los indígenas en la Amazonia. Fue ahí cuando muchos de los críticos abandonaron la sala.

Entretanto, la única estrella internacional de la jornada en Venecia es la actriz francesa Emmanuelle Béart, quien mostró fuera de concurso Vinyan, la segunda película del belga Fabrice du Welz sobre un matrimonio que pierde a sus hijos en el tsunami ocurrido hace tres años en Phuket (Tailandia).

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