Cultura

La necesidad de trabajar en común

El concepto de creación artística, tradicionalmente, está ligado a la idea de individualidad, de singularidad y de genialidad. Hasta bien entrado el siglo XX el arte sólo era patrimonio de lo que el artista llevaba a cabo en la soledad de su estudio. La idea de colectividad sólo tomaba cuerpo cuando la historiografía agrupaba a los artistas por tendencias, estilos y momentos cronológicos y artísticos. Sin embargo, la originalidad y particularidad estaba por encima de cualquier otro planteamiento. Más tarde, cuando las vanguardias eran un hecho y los tiempos fueron más proclives a otras circunstancias menos restringidas, fue apareciendo mínimamente cierto interés por una especie de trabajos en colaboración y, sobre todo, por un deseo de enriquecimiento entre lo que cada uno podía aportar desde su íntimo concepto y realidad creativa. Se empezó a tener la conciencia de grupo y a querer pertenecer a colectivos que, más que aportar desenlaces plásticos en común, permitía un enriquecimiento mutuo para seguir avanzando - como diría el tunecino Pierre Lévy en su Inteligencia colectiva. En los años cincuenta de la anterior centuria la proliferación de grupos artísticos se hizo más que patente. Si a finales de los años cuarenta, hizo su aparición en Cataluña, Dau al Set en Barcelona, a continuación, ya en los cincuenta, se desarrollaron Pórtico en Zaragoza, la Escuela de Altamira en Santillana del Mar, Parpalló en Valencia, el importantísimo El Paso, entre Madrid y Cuenca, el esclarecedor EQUIPO 57, el colectivo cordobés que partió de aquel Grupo Espacio, que en la Córdoba de 1954, ya, promovía esquemas de ansiada modernidad y, dentro de la fotografía, AFAL, que aglutinó a los grandes fotógrafos españoles del momento. Después vendrían, el Equipo Crónica de Valencia o aquel sevillano Equipo Múltiple, que pusieron muchas de las bases del arte nuevo en Sevilla. Todos ellos ejemplos de un sentido grupal que, salvo el Equipo 57 y, quizás, Crónica, eran más bien sumatorios de individualidades que se organizaban para dar mayor trascendencia a su trabajo.

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo presenta una importante y tremendamente esclarecedora sobre muchos de aquellos Grupos, Equipos y Colectivos que, desde los años 50, plantearon un arte concebido con una idea distinta a aquella tan tradicional de lo particular e individual. Artistas que trabajaron en grupo y que, práctica o teóricamente, argumentaron la importancia de la colectividad como factor de intercambio y, por tanto, de enriquecimiento, están presentes en una exposición coral -nunca mejor utilizado el término- que nos plantea ese concepto distinto que, en este mundo globalizado, adquiere una realidad mucho más trascendente.

La muestra nos sitúa ante una importante colección de obras -sacadas del fondo del CAAC- que hacen partícipes de esa idea de compromiso colectivo y de participación que hicieron posible los integrantes de aquellos grupos que sintieron la necesidad de compartir estamentos creativos más allá de lo que la individualidad posibilita. Autores internacionales de la talla de Joseph Beuys, Ólafur Olafsson, Douglas Davis o Nam June Paik, comparten escenario, entre otros, con obras de los hermanos Mp & Mp Rosado Garcés, destacando, además, sobremanera la poderosa interactuación del Equipo 57, para mí, el grupo artístico de mayor implicación con el concepto de colectividad; los determinantes espacios fotográficos que, en Almería, hizo posible AFAL y que aglutinó las poderosas realidades de los mejores fotógrafos que trabajaban en España desde los años cincuenta; los participantes de aquel Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, donde Elena Asins, José María Yturralde, Gerardo Delgado, Manolo Barbadillo, Manolo Quejido y Soledad Sevilla sentaron las bases de un arte que abriría las puertas del arte de las nuevas tecnologías; obras de los artistas vinculados a la Revista Figura; el equipo Crónica, de Manolo Valdés y Rafael Solbes; el determinante trabajo del Equipo Múltiple - Quico Rivas y Juan Manuel Bonet -, dinamizador de la cultura sevillana entre los años sesenta y setenta; los Costus, aquellos Enrique Naya y Juan Carrero, pintores de la Movida; o los componentes de Separata, Zemos98, Flo6x8 o Usco.

La muestra, que se enmarca en la sesión expositiva Lo común, nos plantea la realidad que se deriva de una concepción artística diferente a la tradicional de potenciar lo individual y original. Compromisos estéticos de un arte en abierta expansión.

Centro Andaluz de Arte Contemporáneo SEVILLA

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