Cultura

El estado de la música en el nuevo año

  • 2014 se presagia difícil para el pop: España ha pasado de ser lugar de paso obligado para las estrellas a que éstas no cuenten con el país en sus agendas

Ni brotes verdes ni luces al final del túnel. Todo parece indicar que el nuevo año no traerá nada diferente a lo que nos ha deparado este 2013. Incluso se intensificará el desgaste que vive la industria musical desde los primeros años del nuevo siglo, una crisis previa a la económica a la que las últimas medidas en materia cultural han venido a dar la puntilla. Asistiremos a cierres de salas, nuevos descensos de las ventas de discos y una presencia cada vez menor de los primeros espadas del pop internacional, que harán desaparecer a España definitivamente de sus hojas de ruta.

Ya no es ninguna novedad anunciar la caída en picado de las ventas de discos en formatos físicos tradicionales. Desde el año 2001, el descenso ha sido de cerca del 80% y solo se vislumbra que el batacazo se atempere por agotamiento, pues llegará un momento en que apenas quede margen para seguir bajando. Sí, es verdad que poco a poco aumenta el número de usuarios de las plataformas que permiten la escucha en streaming, como Spotify o Deezer, pero a la industria le sirve de poco consuelo pues los ingresos generados a través de ellas siguen siendo escasos y aún están a años luz de los obtenidos mediante la venta directa de discos alcanzada incluso en los peores años del siglo pasado. Las compañías pequeñas se hacen más pequeñas y a duras penas se mantienen gracias a una cuidada selección del material que publican, la especialización y altas dosis de vocación por el producto. Las grandes, mientras tanto, tratan de inventar nuevas fórmulas para combatir la deserción del público mediante imaginativas campañas de marketing en las que apuestan todo al factor sorpresa. Desde la opción adoptada por Kanye West, que publicó su disco sin portada, simulando el aspecto de un cd virgen, hasta los lanzamientos sin previo aviso de David Bowie o de Beyoncé, que decidió publicarlo exclusivamente online para que fuera adquirido a través de iTunes, con excelentes resultados. Mientras, su marido el rapero Jay-Z comunicó en un anuncio insertado en el descanso de la final de la NBA que su nuevo trabajo podría obtenerse a través de una aplicación de móvil. Tampoco les fue mal a nuestros Lori Meyers, que lograron crear una expectación sin precedentes plagando las calles de las principales ciudades de carteles con códigos qr a través de los cuales se podían descargar las canciones de su nuevo álbum. Tras un año de éxitos, acaban de llenar durante tres días consecutivos La Riviera madrileña.

Otra fuente de ingresos que los grandes sellos han empezado a explotar en 2013 y todo indica que será moneda común en 2014 es la de la explotación de sus fondos de catálogo. Por un lado, rentabilizan material amortizado; por otro alimentan la leyenda de sus grandes nombres apelando a la infalible nostalgia, pero, sobre todo, logran retener el copyright sobre un material que, de no ser publicado oficialmente, estaría a punto de entrar en dominio público, lo cual equivaldría a que cualquiera pudiera publicarlo legalmente. Los grandes nombres del pop (Beatles, Beach Boys, Bob Dylan…) son los principales protagonistas de esta nueva avalancha de material inédito, pero, ojo, no crean que, después de haber pasado 40 o 50 años siendo manjares reservados a los coleccionistas de material pirata ahora podrá usted ir a adquirirlo tranquilamente a su tienda de discos. Lo más probable es que el disquero no sepa de qué le habla. El truco está en que para soslayar su entrada en public domain la actual legislación establece que el material debe ser publicado oficialmente, pero no concreta ni en qué formato ni con qué tiradas.

Así, Bootleg Recording 1963, un disco con 59 temas inéditos de los Beatles, solo podrá adquirirse a través de iTunes y probablemente por un tiempo limitado. A la compañía no le interesa tanto lo que pueda obtener por su venta como el asegurarse los derechos sobre esas obras. Caso paradigmático es el del artista más pirateado de todos los tiempos, el sin par Bob Dylan. Ya a finales del pasado 2012 sus fans vieron como aparecía sin demasiada publicidad un cuádruple álbum que contenía casi todo el material de deshecho que grabó el joven cantante el año de su debut. Y hace apenas unas semanas se ha publicado su continuación: solo 100 copias de un séxtuple vinilo con material correspondiente al año… ¿lo adivinan? Efectivamente, 1963, del que en muy poco se superan los cincuenta años.

Y con las ventas de discos por los suelos, el directo ha sido durante estos años el refugio al que han acudido los artistas… hasta ahora, porque las condiciones impuestas por el Gobierno a los espectáculos han acabado por hundir también el sector de la música en vivo y salvo que haya una rectificación que no se vislumbra, en 2014 seguirán desapareciendo salas, seguirá descendiendo el número de espectadores y continuarán cerrando empresas de sonido, promotores y otras actividades aledañas al directo. España ha pasado en pocos años de ser lugar de paso obligado para las grandes estrellas a no contar en sus agendas. Un IVA del 21% (en competencia con los aplicados en otros países europeos, todos entre el 4 y el 7%) sumado a una tasa de autores del 10% (elevadísima en comparación con el 4% que se aplica en otros lugares) condenan a los promotores patrios a no poder competir con sus homólogos foráneos. Y ello se traduce en que las primeras figuras que antes hacían parada en España, ahora pasen de largo. Acaba de ocurrir con Prince o el mencionado Bob Dylan. Ya están anunciadas, sin embargo, las actuaciones en 2014 de One Direction o Miley Cyrus (los artistas para adolescentes parecen ser los que mejor resisten los envites de la crisis), pero también las de Depeche Mode, Michael Buble, Franz Ferdinand o Beyoncé.

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