Cultura

El mito investigado con rigor

  • Diputación acoge hoy la presentación del libro 'Fermín Salvochea. Un anarquista entre la leyenda y la historia' · Publicado en 1987 en francés por cinco hispanistas, se traduce al español 22 años después

"Cien años muerto y está vivo". La sentencia es de Carmen Chico, presidenta de la Asociación de Amigos de Fermín Salvochea, y la pronuncia ante el catedrático francés Gérard Brey, uno de los cinco hispanistas que firma el libro Fermín Salvochea. Un anarquista entre la leyenda y la historia, una obra con la que hoy se reconcilia Cádiz al presentarse la primera traducción al español desde que fuera publicada en francés hace 22 años, en 1987. Junto a Brey, desde el lunes en la capital gaditana para la puesta de largo de la traducción de Ana María Fernández editada por Quorum, contribuyeron también a conformar este riguroso estudio de la figura de Salvochea los hispanistas Jacques Maurice (coordinador del libro), Jean-Louis Guereña, Serge Salaün y Carlos Serrano. Diputación acoge hoy el acto a las ocho de la tarde.

Gérard Brey recuerda que hace ya muchos años hubo un intento de traducir el trabajo de los cinco profesores universitarios. Pero no cuajó. Ahora, gracias a la iniciativa de la asociación que preside Carmen Chico -quien cita a Juan Alarcón, también del grupo, como clave en este proceso-, el libro es una realidad en español, una realidad que se antoja necesaria a tenor de su contenido, de la pulcritud con la que se expone la figura de un mito, que ya lo fue en vida, y de la línea expositiva que parte de la doble leyenda que rodea a Salvochea para desembocar en la historia que protagonizó como hijo de su época que fue. Y con un apéndice que se asemeja al dulce remate con el que concluye una buena comida: una breve selección de la prosa y la poesía del que fuera alcalde de Cádiz para saborearla con detenimiento.

El hispanista Brey supo de Salvochea cuando indagaba en el intento de asalto a Jerez de 1892 por parte de los campesinos de la provincia, una insurrección de la que se consideró inductor, precisamente, a un Fermín Salvochea que penaba cárcel en Cádiz tras haber desobedecido la prohibición de manifestarse el Primero de Mayo de 1891. El joven Gerard Brey, con 22 años, llegó a Cádiz en 1969 enviado por su entonces profesor Jacques Maurice (el coordinador del libro que se presenta hoy) para indagar sobre los sucesos de Casas Viejas de 1933, de cara a su tesina, y sobre el suicidio del presidente del Sindicato de Casas Viejas, Gaspar Zumaquero, en 1915. Para ello consultó la colección de Diario de Cádiz -"en la calle Ceballos o Cervantes", recuerda de pronto-. De esta madeja que fue el anarquismo gaditano fue Gérard Brey desenredando con sus investigaciones la confusa y convulsa historia hasta encontrar el hilo que le llevó, a él y al equipo de profesores universitarios franceses, a la apasionante figura del anarquista gaditano.

Fermín Salvochea. Un anarquista entre la leyenda y la historia es una obra casi a modo de puzzle, con estudios independientes y temáticos sobre la figura del político gaditano que, adecuadamente ensamblados, ofrecen una visión completa y rigurosa del hombre, de sus ideas, de su forma de ser y de pensar o de su manera de actuar. Partir del mito para concluir en la fidedigna historia.

Así se incluye la faceta de Salvochea como poeta, la influencia que recibió durante su periodo formativo en Gran Bretaña -donde se desprendió de su origen burgués tras beber del anticlericalismo, el cooperativismo y el internacionalismo-, la utilización de su figura en la obra del republicano Vicente Blasco Ibáñez o su paso del republicanismo al anarquismo, incluso con un periodo de doble afiliación propio del momento político de la época.

Brey habla, y sabe de lo que habla, de las dos leyendas sobre Salvochea que alimentan este libro. De la republicana que nace de su activa participación en las barricadas de 1868. Y también de la leyenda que exalta su pase al anarquismo. O del periódico fundado en Cádiz por Salvochea en 1886, El Socialismo, cuyos únicos ejemplares se guardan en Amsterdam o Londres. O del Salvochea humano, cansado de haber pasado un tercio de su vida en la cárcel y que en 1899 abandona su activismo, que no sus ideas ni la difusión escrita de sus pensamientos, para no tener que volver a prisión.

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