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Cultura

La huella silenciosa del ser humano, en la galería Benot

  • Javier Banegas presenta una obra impregnada de su propia realidad 26 piezas integran esta muestra, algunas inspiradas en Cádiz

Hay momentos que marcan, experiencias que acompañan para siempre y sensaciones que maceradas con el tiempo se consolidan en el imaginario de cada cual. Son las vivencias que moldean la vida de una persona, y que en el caso del artista Javier Banegas transforma al lienzo desprovista de toda actividad, pero colmada de la huella silenciosa del hombre.

Así concibe el autor madrileño la obra que esta tarde, a las 20.30 horas, inaugura en la galería Benot. Un total de 20 piezas integran una propuesta que se nutre de su propia experiencia personal. "De mis recuerdos, de mi propia infancia, de todo lo que me ha rodeado y he ido viviendo. Quiero sumar todas las reflexiones y reacciones que me produce lo visto y lo vivido", asevera.

Y es que Javier Banegas no hace una pintura representativa. "Yo no pinto un paisaje porque me guste, quiero contar algo más. Detrás de cada obra hay una historia".

Porque su obra está colmada de particulares historias, captadas y contadas desde una peculiar perspectiva, tanto visual como espiritualmente hablando. Por eso la representación de la escalera de caracol enclavada en la playa gaditana de Santa María -frente a Asdrúbal-, puede llegar a convertirse en un homenaje a su madre, como el pilar que sustenta la vida de quiénes le rodean. "Cuando vi la escalera me impresionó. Me pareció una estructura en medio de la playa casi surrealista. Un pilar en torno al que surgía la escalera. Y me pareció muy representativo. Me quedé con la palabra pilar, del pie que sustenta todo y lo concebí como un homenaje a mi madre", explica de esta obra que directamente conecta con el público. "Hay algo que se transmite de alguna forma, algo más. Hay gente a quien le llega y para otros pasa desapercibido", explica su autor.

La escalera forma parte importante de esta exposición sin título, pero cargada de simbolismo. Así, junto a este tramo de escalera de la playa, hay otros de la Torre de Poniente de la Catedral de Cádiz, del metro de Madrid o de un portal del barrio de la Viña gaditano. "Yo concibo la escalera como el tránsito entre dos espacios, como un lugar de conexión. Entre la playa y el paseo marítimo, por ejemplo, o entre el andén y el metro. Dos espacios diferentes por los que el hombre transita, y por eso le doy una perspectiva más espiritual".

Una visión profunda que desde su pintura solitaria es capaz de extraer la huella humana que nunca hace acto de presencia. "Ocurre cuando represento las herramientas, hablo de cosas usadas por el hombre. Y también me remonto a mi infancia", explica. Completa la muestra paisajes urbanos de edificios, de calles de pueblos y ciudades o de árboles. Espacios y rincones sacados de experiencias, contactos o viajes, como el que hace años emprendió a la provincia de Cádiz por motivos familiares, y en el que reincide desde hace 13 años. "Cada vez que voy -a Cádiz- me llevan a explorar nuevos rincones". Y alguno que otro le inspira, lo fotografía, "porque siempre parto de una foto", hasta transformarlo en una obra frecuentemente concebida como un recuerdo o experiencia, como lo que es, y que cubre de una luz casi inexistente en la vida real. "Porque no trato de reproducir la imagen, sino el recuerdo. No me interesa la luz", insiste.

Ahora llega a Cádiz, donde hace tiempo tenía interés en exponer, precisamente en la sala Benot, a raíz del encuentro que tuvo con el galerista Rafael Benot cuando se hizo con el Premio de Pintura Ciudad de Alcalá. "Me gustó bastante la sala y me ofreció la oportunidad de llevar la muestra a Cádiz", continuando así la senda de un camino que atraviesa entre pinturas y vivencias. El proyecto de un pintor de espacios silenciosos, que siempre que dejan huella.

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