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Cultura

El cine francés pierde a su 'rey Midas', Claude Berri

  • Convenció a Gerard Depardieu para encarnar a Obelix y el último 'taquillazo' de su carrera fue "Bienvenidos al Norte"

"Fue el gran embajador del séptimo arte francés a través del mundo, la figura más legendaria del cine francés". Con estas palabras el presidente de la República, Nicholas Sarkozy, escribía el obituario del 'ultimo sultán' de la industria cinematográfica francesa, Claude Berri, que falleció ayer a los 74 años en el hospital parisino de la Pitié-Salpêtrière como consecuencia de un problema vascular cerebral. Berri, presidente de honor de la Cinemateca Francesa, se iba en la cúspide de su éxito. Su última producción, Bienvenidos al Norte, una comedia ligera sobre las diferencias socioculturales de la geografía del país vecino, ha sido vista por veinte millones de personas.

Durante toda su carrera Berri supo compaginar su gusto por el cine de autor y comprometido con trabajos populares que dejaban buenos dividendos. Tan pronto se ponía detrás de la cámara para dirigir un complejo fresco histórico y revolucionario como Germinal (1993), basado en una novela de Zola, como convencía a su gran amigo Gerard Depardieu para que encarnara a Obelix en las arriesgadas y exitosas traducciones del comic de los galos más universales a la gran pantalla.

Claude Langmann, su verdadero nombre, nació el 1 de julio de 1934 en París, hijo de un peletero y una obrera. Tras ejercer brevemente el oficio de su padre, emprendió una modesta carrera de actor. Destacó como director desde su primer cortometraje, Le Poulet, que ganó un Oscar de la categoría en 1965. Siguió por el cine intimista con películas sin mucha trascendencia hasta que descubrió su verdadero camino a principios de los 80 con Adiós pelele, su primer gran éxito de público. A éste le siguió El manantial de las colinas y La venganza de Manon, inspirada en una novela de Marcel Pagnol y con Yves Montand y su inseparable Depardieu en los papeles principales.

Previamente, a través de Renn Productions, fundada en 1963, había encontrado la senda del éxito. Se arriesgó en 1979 con un proyecto de Roman Polanski en el que nadie en el mundo del cine creía, Tess, y no sólo se apuntó un acierto, sino que convirtió a la joven Nastassia Kinski en una gran estrella. También estuvo detrás de Maurice Pialat, al que financió La infancia desnuda; de Jean Jacques Annaud con El amante, considerada un clásico moderno del cine francés; y de Costa Gavras con su polémica Amén.

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