Festival de Música Española de Cádiz

Un cuento de hadas sonoro

  • El Teatro Villamarta ofrece este viernes día 23 la primicia de la recuperación mundial de la ópera 'El último hechicero' de Pauline Viardot

Diseño para una de las escenas de 'El último hechicero'

Diseño para una de las escenas de 'El último hechicero' / Marta Eguilior

El Festival de Música Española de Cádiz, en su línea de servir de escenario para la recuperación del patrimonio musical español, se alía en esta edición con el Teatro Villamarta de Jerez y con Gestora de Nuevos Proyectos para abordar uno de sus proyectos más ambiciosos hasta el momento, la recuperación mundial de la versión original de la opereta El último hechicero de Pauline Viardot.

Hace dos años exactos se inició esta línea con la representación en el Gran Teatro Falla de Cádiz de la opereta Cendrillon de la misma compositora, título que puedo verse también en el Villamarta en febrero de este año. La constatación de la calidad de aquella música llevó a Manuel Ferrand, responsable de este festival que organiza la Consejería de Cultura, a aceptar la propuesta de recuperar la otra opereta conservada completa de Viardot.

Francisco Soriano, director musical al piano de El último hechicero, explica el proceso seguido: "Nos puso sobre la pista del manuscrito de la versión original Nicholas Zekulin, de la Universidad de Calgary y máximo especialista en las operetas escritas por Ivan Turgueniev para Pauline Viardot. El manuscrito está en la biblioteca de la Universidad de Harvard y una vez que dispusimos de una copia un equipo de musicólogos bajo mi supervisión realizó una edición interpretable de la partitura. Una vez analizadas las partes vocales se eligió el elenco vocal acorde con las mismas y se seleccionaron las ocho integrantes del coro femenino que esta composición pide".

Se cuenta como asesor artístico e histórico de esta producción con Andrés Moreno Mengíbar, crítico musical de Diario de Sevilla y autor del reciente libro Los García. Una familia para el canto. Según Moreno Mengíbar "esta opereta, como otras más, nacieron como fruto de la apasionante relación que durante cuatro décadas mantuvieron Pauline Viardot y el escritor ruso Ivan Turgueniev.

La hija del sevillano Manuel García, cantante internacional y compositora de gran talento, casada con el hispanista Louis Viardot, convivió también, en el mismo espacio familiar, con el escritor ruso, locamente enamorado de Pauline sin que sepamos hasta dónde la compositora correspondió a dicho amor".

Nicholas Zekulin sintetiza la génesis de esta opereta: "Cuando Pauline Viardot se retiró de la escena en 1863, ella y su familia se desplazaron a Baden-Baden. Allí atrajo a estudiantes de canto avanzados, deseosos de prepararse para los escenarios y los conciertos bajo su tutela. Como parte de su formación, Viardot los hizo partícipes de las matinées musicales que organizaba los domingos".

"No obstante", prosigue Zekulin, "esto no les aportaba la experiencia de actuar y cantar a la vez que precisaban para el mundo de la ópera y, dado que la mayoría de sus estudiantes eran mujeres, Viardot creó una serie de operetas sobre textos especialmente escritos para un reparto de mujeres por su amigo de muchos años, admirador y vecino de Baden-Baden Iván Turgueniev. Cuatro de esta operetas fueron estrenadas en la villa de Turgueniev entre 1867 y 1869, de las cuales la más conocida es Le Dernier Sorcier (El último hechicero). Es la única de las cuatro de la que conservamos en su integridad texto y música".

Para la producción escénica se ha contado con la directora Marta Eguilior. "El diseño de la puesta en escena que he realizado nació del mundo onírico oscuro que siempre me ha fascinado", explica Eguilior, que continúa: "El memento mori, que es un claro ejemplo del sentimiento de pérdida de poder que vive el protagonista, me acercó inevitablemente a la vanitas artística en su máxima expresión", explica Equilior.

"Una naturaleza muerta y elementos aparentemente vivos que se desintegran, los cráneos que nos recuerdan que todo tiene un final...", continúa Equilior. "De este modo, tanto la escenografía, que podría ser un bodegón de oscurantismo, como el vestuario, con líneas duras y en su mayoría navegando entre el negro y el blanco, hacen resaltar la idea de un gran osario. Del mismo modo, los colores que he elegido para la iluminación y las proyecciones, dan la mano a este cuento que en realidad nada tiene de naíf. La vida y la fuerza van abandonando al hechicero que es levemente iluminado y teñido por verdes fantasmagóricos, azules repletos de frialdad y fogonazos rojos que nos acercan a un infierno interno".

Los cantantes valoran la calidad inesperada de esta música. "Ha sido un regalo poder sumergirme en esta música tan sorprendentemente deliciosa", expresa el tenor Francisco Sánchez. "A veces se recuperan obras que quizá no lo merecen tanto, pero en este caso la música es una maravilla desde el primer minuto al último", opina el bajo bufo Alberto Arrabal. Según Ruth Rosique, "se nota que está compuesta por una cantante por lo bien que está escrita la parte vocal".

Videoproyecciones y efectos sonoros electrónicos aportarán un plus de modernización al montaje. Completan el reparto la mezzo Alexandra Rivas, las sopranos Susana Casas y Aurora Galán y un coro dirigido por Ana Rioja.

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