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Cultura

Los esquemas internos de la Naturaleza

  • Barroso ofrece en el Castillo de Guzmán el Bueno una propuesta en torno a las simetrías, armonías, módulos y patrones del mundo natural, con el número fi en su núcleo.

Pepe Barroso. Castillo de Guzmán el Bueno. Tarifa.

Buena exposición la de Pepe Barroso en el Castillo de Tarifa. Y es que el artista campogibraltareño ha llegado, en estos momentos, a una madurez creativa que no ofrece la menor duda.Todo lo que hace se nos presenta de forma convincente, lleno de enjundia artística y poseedor de los grandes planteamientos de un arte que él domina y del que sabe extraer sus más trascendentes posibilidades.

Pepe Barroso es un pintor consciente, reflexivo, conocedor de las muchas circunstancias que el arte ofrece. Es, además, un artista culto, en el más amplio sentido. Su pintura se sustenta en el conocimiento. La historia, la filosofía, la cultura clásica forman parte del entramado sustentante de una obra que, rezuma, tradición; entendida esta, en un artista, por una apoyatura intelectual donde el peso de la gran creación histórica está más que presente; es tradición el Arte con mayúsculas, aquel que no tiene tiempo ni edad. En la obra de Pepe Barroso se observan los planteamientos de una creación eterna, allí donde se compendian todos los elementos de una realidad artística superior.

En su ya dilatada carrera hemos contemplado como Pepe Barroso nos ofrecía una pintura llena de sabor, con lo clásico planteando unas rutas descriptivas llenas de intención y belleza. En la obra de de este artista la representación se deja llevar por una esencial manifestación de la expresión que sólo busca la materialización insinuante de unas formas que transcriben lo que la naturaleza ofrece. Es la mímesis aristotélica, aquella imitación de la naturaleza como fin esencial del arte. Una imitación que no tiene nada que ver con la traslación fotográfica, epidérmica y ficticia de lo natural. Todo lo contrario, en la pintura de Pepe Barroso la realidad manifiesta su fortaleza referencial y será el artista el que componga, desde su evocación, un sistema interpretativo intuitivo y sugeridor.

La pintura de Pepe Barroso es esencial, llena de ortodoxia compositiva, con el dibujo postulando caminos de perfección y pureza y el color distribuyendo una estructura formal valiente y llena de entusiasmo.

En la obra de Pepe Barroso la representación de la Naturaleza no pretende un simple hecho artístico; existe mucho más. Plantea los módulos o patrones que envuelve toda la vida y la naturaleza; unas proporciones simétricas y armónicas que lo establecen todo, desde las ramas de los árboles, el número de hojas de los mismos, las alas de los insectos -esa líbélula que es una constante en la obra de Barroso -, los pétalos de una flor, las celdas de los panales de abejas, realizados con héxagonos de una perfección absoluta. Es el número fi que establece una mágia proporción en todos los sistemas de la naturaleza y que, en la pintura de Pepe Barroso encuentra un eco y una distribución llenos de sentido.

Ese orden de la naturaleza que, tantas veces, el hombre, en su inmensa inconsciencia, desacompasa y desequilibra, posibilitando tremendos desequilibrios que pueden acarrear desastres irreversibles. Para ello, en la muestra el artista presenta una inquietante instalación con abejas muertas. La desaparición de las abejas es uno de esos desastres ecológicos que el hombre está provocando con su equívoco modo de actuar. Pepe Barroso intenta con ello llamar la atención, provocar las conciencias ante la inminencia de un desastre global. Porque ya lo anunció el mismo Einstein, la vida sin las abejas sería un desastre y al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida.

Una vez más nos encontramos con el rigor creativo, el tiempo formal, el desenlace plástico, todo un cúmulo de circunstancias hasta crear una pintura donde lo clásico y lo moderno, lo de ayer, lo de hoy y lo de siempre, mantiene vivas todas sus esclarecedoras posturas.

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