Ignacio Martínez de Pisón. Escritor

"Aún no se ha escrito la gran novela de la Guerra Civil"

  • El autor de 'Dientes de leche' es tajante: el maniqueísmo es el enemigo del género

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), que intervino ayer en las Presencias Literarias de la UCA, es escritor de guiones de cine (Carreteras secundarias, Las trece rosas), de novelas (la primera, La ternura del dragón) y de novelas de no ficción, una de las cuales -Enterrar a los muertos- es una investigación de José Robles Pazos, traductor de John Dos Passos, un español profesor en Estados Unidos, que se queda en España en el verano de 1936 para apoyar a la República y termina desaparecido y muerto a manos de los servicios secretos de Stalin. Su última novela, Dientes de leche, es la historia de un joven fascista italiano, Raffele, que viene a España a apoyar a los nacionales y guarda un terrible secreto familiar.

-La historia de Raffaele es ficcción...

-Sí, pero hay muchos casos parecidos, y hay un napolitano que se quedó a vivir en Zaragoza y montó un taller de chapas para coches, que prosperó, se llamaba Talleres Nápoles, y ese pequeño taller comenzó a construir autobuses y hoy en día ya pertenece a una multinacional.

-Usted trabaja en los ambientes de la Transición y de la Guerra Civil, pero una vez que reúne el material ¿cómo decide construir una novela como ésta una novela de no ficción como Enterrar a los muertos?

-Pero en este caso tenía claro que quería hacer una novela, una novela de familia, como siempre, y lo único que pasa es que después de Enterrar... me he convertido en alguien que sabe moverse entre documentación y he aprovechado esto para ambientar esa historia familiar que a mí me interesaba contar. Me ha cambiado la forma de entender las novelas. Antes la Historia estaba escondida y ahora sale a la superficie.

-La Guerra Civil es un contexto idóneo para enmarcar esas historias de sagas familiares que le interesa contar...

-Claro, para contar cómo España, al final, ha convivido; mal, pero ha convivido, familias mixtas en la que se juntaban gente de los vencedores con los vencidos, y es la Isabelita que pertenece a la España de los vencidos y se casa con la un vencedor y viven como pueden. Como pueden.

-Cuando se acaba la novela se piensa: el fascista también tiene su corazoncito, porque, en cierto modo, su pecado original, que no es político, sino moral, queda en parte redimido...

-Claro, su pecado es ser un mal padre, pero la justificación que él da tiene su sentido: si yo me hubiera podido divorciar en ese momento, me hubiera divorciado, pero entonces nadie podía. Si en vez de abandonar a mi mujer u a mi hija, me divorcio, no habría reproche posible. Es que el escritor se tiene que poner en el sitio del personaje y en el caso del fascista, tiene que ponerse en su lugar.

-No todos los escritores lo hacen, hay mucho maniqueísmo.

-El maniqueísmo es el gran enemigo de la novela, la novela debe de partir de que todos somos un poco buenos y un poco malos. Si hay malos y buenos, la novela sale mal.

-¿Raffaele no es el malo ?

-Es malo, pero no peor que los padres españoles de esa generación, su autoritarismo es un autoritarismo cultural, no por ser fascista.

-Hay mucha gente que critica que en España se ha escrito demasiada novela y se hace mucho cine sobre la Guerra Civil, y otros lo contrario: que aún no se ha escrito la gran novela de la Guerra Civil.

-Yo creo que no se ha escrito la gran novela de la Guerra Civil. Primero, sobre cine, es mentira, lo oigo, pero si uno cuenta cuántas películas se han hecho sobre la guerra tras la muerte de Franco no salen más de diez en treinta y tantos años; en cambio libros, sí hay muchos testimoniales y relatos, pero es verdad que no había acabado la guerra y ya había alguno de los mejores libros que se han escrito sobre ello, A sangre y fuego, de Chaves Nogales, Homenaje a Cataluña, Orwell. Ahora tengo un proyecto de relatos sobre la Guerra Civil a través de las voces de estos autores, Max Aub, Fernández Santos, Chaves Nogales, Ignacio Aldecoa... Bueno, ya que no existe la gran novela de la Guerra Civil, que sí haya una gran obra colectiva.

-Enterrar a los muertos demuestra que la guerra no fue única, sino muchas.

-Sí, sin embargo en el bando nacional apenas hubo disputas; el bando republicano sí, fue un bando roto, por eso perdió la guerra. Me interesaba el caso de Robles porque no había interesado a nadie. Mientras hubo una visión maniquea de la Guerra Civil, faltaba alguien de los que quedaron en medio: Robles, Chaves Nogales. Fueron muchos republicanos leales que a medida que avanzaba la guerra empiezan a dudar. Quieren la República del 31, no la que temían que iba a salir de allí. Igual que Unamuno, en el otro lado, que se dio cuenta de que Franco no era lo pedido.

-En Enterrar... recoge unos versos de María Teresa León a Stalin.

-Alberti y María Teresa responden al esquema dogmático de la izquierda de ese momento de que había que ganar la guerra como fuera, con los muertos que en el camino quedasen, son efectos colaterales. Me parece llamativo que Alberti le cante a algunos de esos generales de Stalin, y que después, cuando fueron purgados, ya no los recuerde. Robles era amigo suyo, y cuando le preguntaron, le dijeron que lo iban a fusilar porque era un traidor. Se lo dijo que a Benjamín Prados. Lo menos que podía haber hecho era exigir un juicio.

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