Cultura

Lo que bien empieza, si falla el guión, regular acaba

Terror, Canadá/España, 2013, 100 min. Dirección: Andrés Muschietti. Guión: Andrés Muschietti, Barbara Muschietti, Neil Cross. Fotografía: Antonio Riestra. Música: Fernando Velázquez. Intérpretes: Jessica Chastain, Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nélisse, Daniel Kash, Javier Botet. Cines: Bahía de Cádiz, Bahía Mar, San Fernando Plaza, Las Salinas, Victoria, Al Andalus, Yelmo, Ábaco Jerez,Multicines Jerez, Cinesa Los Barrios.

El colmo de la multiculturalidad entendida como tutti-frutti global: producción hispano-canadiense presentada por un mexicano y dirigida por un argentino que se basa, fundamentalmente, en el moderno terror japonés tipo The Ring. ¿Funciona? Sí. En algunos momentos aterra. En otros sobrecoge. Durante una parte considerable de su metraje crea desasosiego. Las atmósferas están conseguidas. La criatura, aunque sea una hija de mil padres y por ello nos recuerde presencias sobrenaturales vistas en otras películas, es lo suficientemente horrible en su apariencia y en sus raros movimientos descoyuntados. Pero estos logros no se alcanzan sin plantear problemas.

Los argumentales los dejamos de lado, apuntando sólo que lo que empieza muy sólidamente acaba cogido con alfileres. Esto es lo frecuente en los relatos y en el cine de terror desde que a Edgar Allan Poe se le ocurrió iniciar Los crímenes de la calle Morgue de una forma tan endiabladamente brillante que ni él mismo pudo resolver satisfactoriamente su acertijo (el orangután, ya saben). Aunque está claro que a Poe lo que menos le interesaba era la resolución del misterio. Puede que a Andrés Muschietti le suceda lo mismo y lo que le interese sea el clima, la rara luz, la atmósfera opresiva, la presencia de la criatura y, sobre todo, el gran y terrible arranque de la película. El problema es que si el planteamiento argumental inicial servía a Poe como pretexto para hacer sus reflexiones sobre la deducción, enfrentar la razón a la brutalidad y crear al primer detective moderno de la literatura, a Muschietti le luce menos el brillante hallazgo con el que arranca la película para plantear después, aún desinteresándose de su resolución, propuestas interesantes.

Probablemente el problema esté en el guión escrito por Andrés y Bárbara Muschietti y por Neil Cross. Probablemente el problema esté en Neil Croos, novelista y guionista televisivo que en este caso demuestra más oficio que imaginación, porque esta película es el desarrollo de un cortometraje de los Muschietti que deslumbró a Guillermo del Toro hasta el punto de convertirlo en un largometraje. Y es evidente que las ideas germinales del corto no han sido bien desarrolladas en el largo. Sobrevive la intuición de un cuento de hadas, brujas y ogros; el aire de pesadilla soñada por un niño desgarrado entre quereres posesivos y perversos. Pero estos atractivos se diluyen en su desarrollo.

Aun así hay valores en Andrés Muschietti, que más brillan cuanto más crea terror con la posición de la cámara y la dosificación de los tiempos que cuando recurre a golpes de efectos especiales o zambombazos de sonido. Hay valores en la buena interpretación de Jessica Chastain, pese a algunos ribetes absurdos de su personaje. Y hay valores en la extraordinaria fotografía de Antonio Riestra, a quien tras Pa negre se puede considerar un maestro, que es el salvavidas de la tensión poético-terrorífica de la película cuando el guión hace aguas. Se comprende el éxito de Mamá en los Estados Unidos. Puede esperarse mucho de Muschietti. A condición de que se busque mejores guionistas.

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