Cultura

"Cuando todo se derrumba, es la gente de a pie la que lucha"

  • El escritor Pedro Zarraluki visitó ayer la Facultad de Filosofía y Letras dentro de la campaña 'Te acercamos a la lectura', organizada por Booket y Ámbito Cultural

"Cuando todo se viene abajo, ¿quién lo soluciona?¿quién reconstruye todo eso? -interroga al público Pedro Zarraluki-. Por supuesto, no son los gobiernos ni las grandes instituciones, sino la gente de a pie la que lucha por recuperar la cotidianeidad".

El escritor explica así el norte que le inspiró a la hora de escribir Un encargo difícil, libro que supuso, según sus propias palabras, su primera incursión en una novela clásica, en la que se distanciaba estructuralmente del relato. Zarraluki (Barcelona, 1954) visitaba ayer la Facultad de Filosofía y Letras dentro de la campaña Te acercamos a la lectura, organizada por Booket y Ámbito Cultural, para hablar a los alumnos sobre creación literaria y sobre las claves del libro que le valió el premio Nadal en 2004.

Situada en el verano de 1940 - "probablemente, el verano más triste de nuestra historia reciente"-, Un encargo difícil recrea la historia de Leonor Dot, viuda de un alto cargo de la República, que es recluida en Cabrera junto a su hija Carmila. "La cocinera de la casa, Felisa, parece ser justo su contrario y entra en la novela cayendo muy mal, pero luego encontramos que es una gran mujer que ha tenido una vida muy jodida -cuenta Zarraluki-. Entre ambas, establecen una sólida amistad que sirve para que, al menos, su pequeña sociedad vuelva a la cotidianeidad".

El escritor confiesa tener una tendencia a encerrar a sus personaje en ratoneras emocionales y a plasmar muchos detalles de la gente que le rodea: "La literatura -afirma- no puede en ningún caso trabajar sólo con la fantasía. Todo escritor necesita tomar elementos de la realidad para hacerse creíble".

Zarraluki, que imparte un taller de narrativa en Barcelona, destacó cómo, cada vez más, se utilizan técnicas cinematográficas para escribir y reveló tener un afán "compulsivo" por todo autor que le gusta: "Cuando descubro una firma, me lanzó de cabeza a ella. Ahora mismo, por ejemplo, estoy descubriendo a las autoras de relatos norteamericanas y canadienses, como Miranda July o Alice Munro".

Comenzó a imaginar, como dejándose llevar por su nombre, en las imaginarias de la mili -"que eran un auténtico aburrimiento"-, repitiéndose mentalmente las frases que luego escribía al llegar a casa. "Salían unos tres folios diarios", comenta. Zarraluki, que salió del cuento, volverá al género en su próxima entrega -tras el éxito callado de Todo eso que tanto nos gusta -. "Curiosamente, conforme me he ido adentrando en la novela, le he ido teniendo cada vez más respeto al cuento, cada vez más miedo -indica el escritor-. Porque un cuento enseguida no es nada, enseguida es una ensoñación, un chiste... pero hacer un cuento que tenga profundidad, un cuento como Un día perfecto para tres plátanos es como un milagro".

Tras escribir, Zarraluki se pasa medio año "sin hacer nada -asegura- pero es, principalmente, porque me cuesta mucho despegarme del mundo que he recreado en las páginas".

"Ser escritor -afirma- ha sido la historia de mi vida. Me ha permitido vivir muchas vidas".

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