De Dolores tiene un componente mágico. Cada vez que su creador decide ponerla en escena, como si en las transiciones un hada madrina habitara, a Eduardo Guerrero le ocurren "cosas buenas". Su colaboración con Pasión Vega, con David Palomar, la llamada del fotógrafo Ruven Afanador... Todas estas oportunidades llegaron precedidas por la exhibición del primer espectáculo de creación propia del bailaor gaditano. Edu Guerrero tiene un talismán. Pero, aún más, tiene talento y genio con los que enlosa un camino que recorre sin prisa pero sin pausa. "La macetita está plantada, ahora hay que ir regándola poco a poco", asegura, cauteloso, el artista que hoy actúa en el Teatro Principal de Puerto Real.

-'De Dolores' es un homenaje a su abuela, ¿cómo era?

-Pues una persona que he querido mucho y muy importante para mí en mi relación con el flamenco, de hecho, fue ella la primera persona que me llevó a una escuela de baile, a la que iba mi sobrina pequeña. Yo me quedaba en la ventana del estudio, viendo a la gente bailar, hasta que un día le dije: "Abuela, yo también quiero". Allí entré con 7 años, allí entre al mundo del flamenco, y de ese no he salido.

-¿Qué escuela era?

-Era la de Carmen Guerrero, la asociación que está en Puntales, el barrio donde vivía mi abuela. Es más, allí es donde he vuelto para darle forma al espectáculo.

-¿Esa etapa que pasó allí está también, del alguna manera, recreada en el espectáculo?

-Sí, claro, dentro del espectáculo también hay un homenaje a todo lo que he vivido. A mis comienzos, que fueron allí, y a lo que vino después. Lo he hecho utilizando los palos con los que empecé a bailar como la caña, la trilla, alegrías, tangos, seguiriyas... Además, poder crearlo allí ha sido muy bonito. Fui a buscar un sitio que me inspirara y en el que pudiera pasar mucho tiempo, sin hora de entrada y sin hora de salida. Había días que me pasaba diez horas, otros que una, días en los que me salía todo y días en los que no me salía nada.

-¿A qué momentos corresponde cada estilo?

-Pues, por ejemplo, a mi abuela le gustaban los toros, así que me sentaba con ella y me contaba historias de toreros. Esa imagen la he utilizado en la caña porque, aunque las figuras taurinas se utilizan en la farruca, para mi abuela me inspiraba más la caña. Después, en los tangos, que son muy frescos, he recreado una etapa y a una persona muy importante para mí, Eva Yerbabuena, que para mí es maestra. También llevo una seguiriya muy mezclada, sin orden fijo, que lleva partes del estilo antiguo como la velocidad y con ella bailo la pérdida de mi abuela y cómo yo me agarré a ese palo en ese momento. Pero, como este homenaje es algo que no quiero que sea triste, tengo a la alegría para honrar su memoria. A ella le encantaba verme bailar por alegrías, le emocionaba, y creo que esa energía que transmite le llegará a ella esté donde esté. Ah, bueno, y también hay un sueño metido, una vidalita, donde he contado con la colaboración de Samara Montañés y se crea un momento muy mágico.

-¿Qué metas tiene ahora ?

-No pienso a largo plazo. Voy superando las metas que van apareciendo en el camino. Siempre pienso que queda algo mejor, lo importante es rodearse de gente que te aporte y que te ayude y no hablo de lo económico. Después llegan las cosas. Yo he hecho cosas que nunca había pensado que iba a conseguir. Soy feliz porque pienso que la danza es una carrera de fondo que gana el que más lucha, no el primero que llegue.