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Cultura

Un cuento romántico de puntillas

Coppélia *****

Compañía: Ballet Nacional de Moldavia. Coreografía: A.Saint-León. Música: Léo Délibes.  Día: 28 de junio. Lugar:  Gran Teatro Falla.

Giorgo Strehler –uno de los más influyentes directores de escena europeos– señaló una vez en una de sus conferencias que, ya que una puesta en escena es una experiencia única e irrepetible, deberían representarse continuamente aquellas propuestas que marcaron hitos importantes en la historia de las artes escénicas, para que todas las generaciones pudieran revivir ese aprendizaje.

En este sentido, Coppélia, interpretada por el Ballet Nacional de Moldavia, constituye una de las más famosas obras del repertorio tradicional del ballet; y, si seguimos el programa de mano, parece que la coreografía ofrecida fue la de su estreno original en 1870 en la Ópera de París, es decir, la creada por Arthur Saint-León.

Así, el público, entre los que se encontraban numerosos estudiantes de danza, ha podido disfrutar de un ballet clásico en toda regla y de carácter romántico, en toda la amplitud del término. De esta manera, la delicadeza de las puntillas, el suave aleteo de brazos y los cuerpos flotantes de la pareja protagonista y sus acompañantes, contrastaban con la solidez terrenal y extroversión de las raíces populares sobre las que se sustentaban las evoluciones del cuerpo de baile, así como con la grotesca expresividad con la que se caracterizaba a algún que otro personaje.

Aunque la escenografía y la iluminación no estaban a la altura de la interpretación, sin embargo, el vestuario, inspirado también en el folklore centroeuropeo, salvaba con creces la dimensión estética del montaje.

El argumento, versión amable de un cuento de terror gótico firmado por E. T .A. Hoffmann, El hombre de arena, debe en parte su génesis a la fascinación que ejercían los espectáculos de autómatas de los siglos XVIII y XIX. Y aunque con final feliz, no puede evitarse sentir un inquietante roce por los recovecos más oscuros del alma humana, aunque eso sí, como en todo ballet clásico, sea simplemente de puntillas. 

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