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Cómics

El crimen perfecto

  • Diábolo presenta 'Crime', una impagable recopilación de tebeos de género negro, una temática que se introdujo al principio de los años 40.

Crime. Joe Simon, Jack Kirby. Diábolo. 320 páginas. 34,95 euros.

Hablar de Joe Simon y Jack Kirby es hablar del surgimiento del cómic book, de la creación a mediados del siglo XX de un lenguaje emancipado al fin -para lo bueno y para lo malo- de la historieta de prensa. Son dos nombres capitales en la historia del medio, dos pioneros que tomaron parte activa en los albores del género de superhéroes con personajes seminales como Blue Bolt, Captain America, Stuntman o Fighting American, y que dejaron su impronta en todas y cada una de las principales editoriales del momento, de Novelty Press a Harvey, pasando por DC, Fawcett o Timely (Marvel). Cuando cesó el primer empuje de los superhéroes, ya acabada la segunda guerra mundial, el dúo se sacó de la chistera el género romántico y amplió el alcance de su colaboración a temas como el horror o el crimen, más del gusto de los nuevos tiempos.

Siguiendo con su meritoria línea de rescate de clásicos del tebeo norteamericano, Diábolo presenta ahora Crime, impagable recopilación de tebeos de género negro de Simon y Kirby editada por Steve Saffel. Son 300 páginas de historieta y una docena de portadas, fechadas entre 1947 y 1955 y extraídas de las cabeceras Clue Comics, Real Clue Crime Stories, Headline Comics, Justice Traps the Guilty y Police Trap. He dicho género negro, y se trata más concretamente del subgénero denominado "crímenes reales", en el que habitualmente la anécdota se presupone inspirada en hechos reales, aunque, como nos recuerda Max Allan Collins en su introducción, "muy pocos de aquellos crímenes eran auténticamente reales". La mítica editorial Lev Gleason había introducido dicha temática en el cómic al principio de los 40, y pronto surgieron imitadores por doquier. De nuevo en palabra de Collins: "Simon y Kirby no se limitaban a copiar, siempre dejaban su sello particular. En esta colección pueden apreciarse muchas variaciones del género true crime, a menudo con ingredientes de otros géneros", y esta variedad de registros no es sino un signo del talento y la inagotable imaginación del genial equipo creativo.

Con su gramática sencilla y su búsqueda permanente del lector, el cómic book es el heredero directo de la literatura pulp, y en esta compilación figuran numerosos ejemplos de la relación entre ambos lenguajes: personajes de motivaciones básicas, fuertemente caracterizados, proezas imposibles, sensacionalismo, gotas de elementos fantásticos, argumentos serializados, desarrollos adictivos… Todo vale en este alarde de diversión, repleto de balas y metralletas, que satisface plenamente las expectativas de quien lo lee. El trabajo de Simon -que aquí ejerce de escritor, aunque a lo largo de su carrera también dibujó y editó- es un portento de síntesis e inventiva, y uno se queda literalmente sin adjetivos a la hora de calificar a Kirby. Collins dice que era el dibujante perfecto para los tebeos de crímenes, y no seré yo quien le contradiga. En todo caso, permítanme matizar la frase: Kirby era el dibujante perfecto, también para los tebeos de crímenes.

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