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Lydia Cacho. Periodista

"Tienes que contar lo que la gente quiere saber y no lo que te va a hacer famoso"

Recientemente distinguida con el premio a la Libertad de Prensa de la UNESCO, la mexicana Lydia Cacho visitó ayer la Asociación de la Prensa para presentar su libro Memorias de una infamia. La obra es el relato de las consecuencias que tuvo para la periodista desenmascarar una red de pederastia con conexiones internacionales. Cacho fue amenazada de muerte, vejada y acosada judicialmente.

-Sorprende ver la cantidad de diferencias entre el sistema legal español y el mexicano.

-El sistema de justicia penal mexicano adolece de una serie de fallos endémicos. Los juicios están organizados de tal manera que los acusados apenas tienen acceso al juez, excepto en un par de ocasiones, en los careos. Además, la carga de la prueba cae siempre sobre la víctima, lo que convierte todo en un juego bastante perverso. Durante décadas, el sistema se ha desarrollado bajo el lema 'Para mis amigos, justicia, para mis enemigos, la ley'. Entre los datos más oscuros está el siguiente : sólo dos de cada cien delitos cometidos en México terminan en la cárcel.

-Situación que provoca un círculo vicioso...

-Exacto. Por eso, la costa mexicana se ha convertido en refugio para extranjeros, no sólo pedófilos, que se mueven manejando otro tipo de negocios ilegales.

-En Memorias de una infamia, intriga la historia de Emma, la niña con síndrome de Estocolmo.

-Este es un ejemplo de por qué este tipo de casos resultan tan difíciles de tratar por los medios. No todo el mundo crece con las herramientas psicoemocionales necesarias como para afrontar estos tremendos problemas en su vida. De hecho, que el cuerpo legal defina la pederastia como corrupción de menores es algo muy acertado: estropeas, por siempre, su percepción en la vida. Crecen creyendo que sólo sirven para prostituirse.

-Comenta en su libro que, durante todo el proceso por difamación, escribir en sus diarios se convirtió en una gran ayuda...

-A mí se me hace muy necesario poner en papel todas las cosas porque creo que es la manera que encuentras para drenarlo. En mi caso, se daba una combinación de emociones muy fuerte. En este tipo de temas, te encuentras con unas fuentes que saben mucho, que te dan mucho pero ante las que tú no sabes cómo reaccionar.

-Exige, ademas, una gran fortaleza mental.

-Sí, no te puedes permitir el lujo de implicarte demasiado pero tampoco puedes perder la humanidad, que es fundamental.

- Succar Kuri (el pederasta al que denunció en Los demonios del Edén), ¿aún está pendiente de sentencia, a pesar de la cantidad de pruebas acumuladas?

-Succar Kuri se encuentra en una prisión de alta seguridad a la espera de sentencia. Esto se debe, en gran parte, a la cantidad de abogados que han ido pasando por su caso... Lo increíble, aquí, es que los jueces lo permitan. Pero había, hay, mucho dinero flotando. De hecho, apenas han salido nombres relacionados con el blanqueo de capital que hacía Succar.

-Se hace relativamente fácil pensar dónde encuentra el impulso: en un sentido de lo correcto. Pero es difícil discernir dónde encuentra el aliento.

-¡Cuándo lo descubra, te lo diré! (Ríe) Yo creo que, en realidad, sólo es sentido de supervivencia. Hago lo que puedo para maniobrar en el ahora, en el momento.

-¿Qué hace a un periodista?

-Bueno, yo no tengo carrera, pero sí tantos cursos como si la hubiera hecho y, a estas alturas, una gran experiencia profesional. Creo que hay algunas características esenciales, como que sea capaz de responder a un código ético, que sepa escribir bien -no importa la edad, hay muchos compañeros que no saben escribir- y, sobre todo, contar lo que interese: tienes que contar aquello que la gente quiere saber, y no lo que te va a hacer famoso.

-Después de todo lo pasado, ¿diría que es optimista o pesimista?

-Optimista, por supuesto. Creo firmemente que las cosas pueden cambiar.

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