Cultura

En la conquista de la torre original

  • El arquitecto Carlos Quevedo narra el exhaustivo proceso seguido tras el derrumbe en 2013. La propiedad anuncia que la finca privada donde se erige está en venta.

De cerca, la torre de homenaje del Castillo de Matrera no impacta tanto como han denunciado en televisiones, revistas y prensa incluso internacional. De cerca y tocando la realidad, desde lo alto del casi inaccesible monte donde se erige, flanqueado de hermosas vistas de toda la sierra y buena parte de la bahía gaditana, se entienden las cosas. Que si no fuera por la intervención de urgencia realizada en lo que quedaba de la semiderruida Torre del Pajarete, hoy no sería más que otro montículo de piedras de esas construidas ante la vista gorda de muchos.

La popularmente conocida Torre de Matrera también se cayó en abril de 2013, a la espera del eterno papeleo administrativo que terminó de machacarla, porque la voz de alarma saltó allá por 2005 y, oficialmente, en 2011. Pero entre informe de estado de conservación, instancias a la propiedad, supervisiones de una y otra administración -Consejería de Cultura, de Medio Ambiente y Ayuntamiento de Villamartín-, papeles y más papeles y curiosos aterrizajes por la zona de helicópteros del Ejército... cayó, y ya no quedaba otra opción que consolidarla.

"No se trataba de restaurar la torre, sino de consolidar, que no es lo mismo. Consolidar estructuralmente los elementos emergentes que quedaban en pie, que son los muros sur y oeste. Es decir, garantizar la estabilidad para que no terminara de caer". Así de rotundo lo dice Carlos Quevedo, el arquitecto autor de esta intervención hace dos días premiada con el Award de Arquitectura. A pie de la construcción desgrana la evolución de un proceso en el que se dejó se la piel, que agarró con "mucho entusiasmo" nada más regresar de Roma, donde cursó dos años de Restauración de Monumentos, a través de una beca Talentia de la Junta.

El resultado ha sido la recuperación de la fisionomía de la torre, en la conquista de su estado originario, para lo que ha tenido que investigar, y mucho. "Las aristas de los volúmenes de refuerzo estructural se han replanteado in situ desde detalles de elementos originales existentes", confirma mientras otea la torre que empezó a construirse en el siglo IX en lo más alto del cerro de Pajarete, en la finca de 110 hectáreas con el mismo nombre, que ahora está en venta. Lo confirma su dueño, Juan García Doblas, que también acudió a la cita con Diario de Cádiz para abrir las dos cancelas que impiden el paso hasta este destino. "Para acceder hasta aquí han tenido que habilitarse incluso nuevos caminos -previo permiso de Medio Ambiente-", comentan. Un trayecto nada fácil, sólo apto para 4x4, pero enmarcado en un paraje espectacular.

En el último tramo de la empinada subida, la denominada puerta del Cerro -también está la del Sol- da paso al patio de armas a través de lo que queda del recinto amurallado. "Es de los más grandes de los castillos de la zona, con un perímetro de alrededor de 500 y pico de metros y en buen estado de conservación". Mucho mejor que la propia torre, antes de la intervención.

"Antes del colapso se detectaron patologías graves en la base del muro norte porque faltaba material y por el empuje de las bóvedas. Después se derrumbó el muro norte y las dos bóvedas". No quedaba otra que modificar el proyecto. Fue cuando pensó en construir dos contrafuertes para soportar el muro oeste y sur por su cara interna, los únicos que quedaron en pie, "porque no se podía reforzar con elementos puntuales". Un trabajo que se realizó en dos tramos, durante las primaveras de 2014 y 2015, "porque con el mal tiempo no se podía llegar aquí".

En este proceso descubrieron en el muro original de tres metros de grosor superposiciones estratigráficas del siglo XIV y XV, aunque la mayor parte de los elementos emergentes son del siglo XII y XIIl. También han localizado un fresco "muy interesante que puede verse de cerca", añade mientras alza la vista a lo más alto del edificio. "Ahí está lo más polémico". Porque a primera vista, frente al muro sur, el que confiere empaque a la torre, se percibe lo que restaba de almenas, integradas en el material utilizado para la consolidación, erigiendo la silueta definitiva de la misma. Por encima de las almenas, puede verse un trozo de piedra original "con la forma de Andalucía, dicen". Resultado que desató buena parte de las críticas, pero fruto del exhaustivo análisis histórico y constructivo, afirma Quevedo. En el siglo XIII coronaba la torre las almenas, "pero en el siglo XIV y XV se amplió y rellenó las almenas para crear un espacio abovedado que podría tener una función de almacenaje". La silueta de entonces es la misma que ha dibujado de nuevo el arquitecto.

Especifica que los elementos tapiales -que pueden verse junto a la torre- son de época árabe (siglo X y XI) y los emergentes, de época cristiana. "Sabemos también que en 1256 Alfonso X cede el Castillo y la villa, pues en este patio de armas había una villa, a la Orden Militar de Calatrava, que la había conquistado".

También se defiende de las críticas ante el color del material, por ser demasiado blanco. Pero es el mismo que el que presentaba su revestimiento original, puntualiza mientras señala el color blanco que todavía cubre uno de los muros tapiales. "Hemos hemos hecho hasta seis pruebas para la comparación de los elementos existentes para la caracterización de materiales del revestimiento exterior. Se trata de un mortero de cal blanco y nos hemos retranqueado 15 centímetros respecto al paramento del elemento original para garantizar los criterios de intervención de compatibilidad y reversibilidad", explica.

En cuanto al revestimiento interior para consolidar los núcleos de los refuerzos es de la piedra caliza reutilizada tras el colapso.

Narra por pasos su proyecto el autor, en su afán por despejar cualquier tipo de duda, en medio de todo este revuelo que, confiesa, no se esperaba. "Siempre he tenido la conciencia tranquila en cuanto al proceso, ha sido una intervención muy estudiada, nada es fortuito. Pero lapidaron el proyecto", sentencia. Por eso el premio que acaba de recibir no ha hecho más que reconocerle un trabajo bien hecho. De algo entenderán los alrededor de 300 expertos que han seleccionado por todo el mundo las obras arquitectónicas que más les han fascinado. La de Matrera fue seleccionada entre las cinco últimas y elegida ganadora en la categoría de Conservación por votación popular. "Estoy muy contento y me quedo con lo positivo. Con los mensajes de apoyo, muchos mensajes, y con el debate que ha suscitado mi proyecto". Un proyecto por la conquista de la torre original del monte de Matrera.

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