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Cómics

El cazador de superhéroes

Marshal Law. Miedo y asco. Pat Mills, Kevin O'Neill. ECC. 192 páginas. 17,95 euros.

Paradojas de la vida, la editorial DC ha incorporado recientemente a su catálogo el corpus de miniseries y novelas gráficas que componen Marshal Law, el que fuera título señero de Epic, ya saben, aquel prometedor sello de Marvel que tuvo su momento de gloria en la década de 1980 y luego se quedó en nada. En aquella Epic -es decir, en aquella Marvel- cabían obras rompedoras y valientes como el presente título del guionista Pat Mills y el dibujante Kevin O'Neill, o la fenomenal miniserie The One, de Rick Veitch, o la cercenada -por violenta y perturbadora, después de una novela gráfica y dos tebeos- Void Indigo, de Steve Gerber y Val Mayerik, pero en la Marvel de hoy día queda poco espacio para la transgresión.

Marshal Law nació como respuesta a la Era Oscura auspiciada por Frank Miller, Alan Moore, Howard Chaykin y compañía, y no es tanto una parodia del género de superhéroes como una parodia de aquel tono, de aquella forma concreta de entender el género de superhéroes. El histriónico dúo de artistas británico de Marshal Law se apropia del tono serio -no sé si realista es la palabra, sería más bien sucio- imperante en los tiempos de Batman: The Dark Knight Returns y Watchmen y le dan vueltas a la tuerca hasta que se pasa. Vaya si se pasa. El resultado es un tebeo distópico y futurista, hiperviolento, demoledor, implacable y muy, muy divertido. Los enfermos superhéroes de Marshal Law: Miedo y asco están para que los encierren, y esa es precisamente la función de Marshal Law, el cazador de superhéroes. Una función que ejecuta con diligencia y placer, sin privarse de dar hostias gratuitas a diestro y siniestro.

Ausente de nuestro mercado durante más de 20 años, desde los tiempos de Forum, ECC recupera en un solo volumen los seis números de la miniserie original de Marshal Law, publicada originalmente en inglés entre octubre de 1987 y abril de 1989, más un prólogo que no estaba en los cuadernillos de Forum. El guion es brutal, los dibujos son cojonudos. Y la suma de ambos, qué duda cabe, es un tebeo sobresaliente.

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