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Cultura

"Las canciones de este disco tratan de abrir ventanas a la esperanza"

  • El artista madrileño presenta su último trabajo esta noche, a partir de las nueve, en el Teatro Falla de Cádiz. Viene "con muy buen ánimo" porque asegura que siempre ha sido bien recibido en esta ciudad

Ismael Serrano no se imagina la vida sin la música. Ha crecido escuchando a Serrat, Silvio y Aute, y eso ha influido en su forma de componer. En una conversación telefónica nos ha desvelado algunas claves de su último trabajo.

-¿Con qué ánimo llega a Cádiz?

-Pues con muy buen ánimo, porque ya hemos tenido la oportunidad de visitar esta ciudad y de tocar en ese teatro en anteriores ocasiones y siempre nos han recibido muy bien, han sido conciertos muy intensos. Ojalá como mínimo se repita la intensidad de anteriores visitas.

-Viene a presentar su último disco, ¿qué ofrece en él?

-El título del disco, Sueños de un hombre despierto, está extraído de una vieja frase que se le atribuye a Aristóteles: "La esperanza es el sueño de un hombre despierto". Y le puse ese título porque creo que las canciones de este disco tratan de abrir ventanas a la esperanza. Aun cuando retratan una realidad difícil y dura, apelan a la responsabilidad de todos a la hora de perseguir ese otro mundo mejor que está más al alcance de nuestra mano de lo que realmente creemos. Yo hablo de la necesidad de estar despierto, atento a la realidad que nos rodea, permeable y capaz de emocionarnos. Y en ese estado de vigilia, ser capaz de soñar, de tener sueños que son motor de vida, que te impulsan a seguir hacia delante.

-¿Y cuáles son sus sueños?

-A nivel personal, tener la calma suficiente como para disfrutar de mi trabajo, de mi gente, para poder reparar en los detalles. Mi sueño, en cierto modo, se está cumpliendo hasta ahora. Es tener continuidad en este oficio. Y de una forma más genérica, mi sueño es que seamos capaces de romper la burbuja que nos aísla y de sincronizarnos unos con otros, ser capaces de atender a la realidad y entender que las luchas y las tragedias ajenas también nos deben afectar. Que sepamos asumir nuestra responsabilidad, como decía antes, a la hora de cambiar las cosas.

-Ha vuelto a colaborar con su padre en algún tema, pero en este disco no se escucha su voz.

-En este no canta. Mi padre es periodista y siempre ha escrito versos. Grabar conmigo fue casi una broma que le gasté, un empeño mío por que participara en el disco anterior. Él y mi familia son responsables de que a mí me diera por hacer este tipo de música. Yo crecí escuchando sus discos, los discos de Serrat, de Silvio, de Luis Eduardo Aute... Mi padre siempre ha tenido vocación literaria, ha escrito versos, ha editado algún libro y creo que nos ha contagiado tanto a mí como a mis hermanos ese empeño por escribir y también, supongo que por aquello del periodismo, esa vocación por estar atento a lo que ocurre.

-También ha contado con la colaboración de Mercedes Sosa, ¿cómo ha sido la experiencia?

-Ha sido para mí un sueño, un regalo. Yo había compuesto una zambra, que es un ritmo tradicional latinoamericano que pretendía ser un canto de ida y vuelta con Latinoamérica. Y escuchando, mientras componía la zambra, parecía la voz de Mercedes Sosa. Parecía su voz, sus armonías... Conocía su trabajo, porque es una referencia en la música latinoamericana, pero sin conocerla personalmente le mandé la canción. Accedió a grabarla conmigo y fue muy emocionante.

-En este disco vuelve a aparecer Casandra, ¿se está convirtiendo en una obsesión para usted?

-Resulta que muy a menudo a uno le parece correr la misma suerte que Casandra. A uno, como parte de esa opinión pública que es capaz de prever el futuro y no es escuchado. Yo creo que quizás, no tanto porque tiene el don de la clarividencia, sino más bien porque tiene sentido común. Y sí, la idea de Casandra se me ocurrió sobre todo en los tiempos en los que estalló la guerra y la gente salió a la calle para condenarla porque sabía prever el desastre que se venía encima, y sin embargo no fue escuchada, se siguió para adelante. Y ese síndrome de Casandra, por desgracia, es bastante común, no solo en ese caso, sino en muchos otros.

-Entre otros temas sociales, vuelve a tocar el de la inmigración, ¿le preocupa la situación actual?

-Me preocupa cómo se utiliza de forma irresponsable desde algunos ámbitos políticos para generar miedo entre la gente y desconfianza hacia todos los que vienen buscando un futuro mejor obligados por las circunstancias. Me preocupa la falta de memoria de una sociedad como la nuestra, que hasta antes de ayer era emigrante y debiera conocer muy de cerca el drama que supone dejarlo todo por circunstancias ajenas a la voluntad. Que no seamos conscientes del aporte, no solamente desde el punto de vista cultural sino también económico, que hacen a este país. Me preocupa escuchar cómo se trata de inocular el miedo a la gente que viene de fuera por parte de políticos, que precisamente tienen que entender que apelando a ese miedo se genera muchas veces la xenofobia.

-El disco entró directamente en el número uno de la lista de ventas, ¿se acostumbra uno al éxito?

-No. Fundamentalmente porque este oficio es tan precario como cualquier otro, en el sentido de que hoy estás aquí y mañana no se sabe. La vigencia es muy frágil en un panorama musical lleno de estrellas fugaces, donde se impone una estética musical, sobre todo en ciertos medios de comunicación. Una estética que es excluyente, que no deja espacio para alternativas. Y a veces hay menos plataformas de difusión. Entonces, cada disco se afronta con la misma incertidumbre.

-¿Se siente más cómodo cantando sus propias canciones?

-No. De hecho, a menudo canto alguna versión encima del escenario. Yo empecé cantando canciones de otro. Cuando tenía 15 años, tenía un grupo del barrio que se llamaba Delitos y faltas, con el que cantaba versiones, y es algo que me gustaría retomar. Me gusta mucho versionar, sobre todo cuando haces la versión tuya, cuando la pasas por el tamiz de tu forma de hacer música.

-¿Qué sería de la vida sin la música?

-La verdad es que para mí sería difícil de imaginar... Sería una vida en soledad, porque yo creo que la música para lo que sirve fundamentalmente es para sentirse acompañado, para generar espacios de encuentro. Nos sentiríamos más solos, sin duda.

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