Antonio hernández. escritor

"He tenido bastante más continuidad como poeta que como novelista"

  • El autor arcense presenta hoy su novela 'El tesoro de Juan Morales', un homenaje a 'La isla del tesoro' de Stevenson y con la que obtuvo el premio Ciudad de Torremolinos

El tesoro de Juan Morales es el título de la nueva novela de Antonio Hernández (Arcos, 1943), editada por Carpe Noctem. Con ella ganó el premio Ciudad de Torremolinos y con ella desembarca hoy en la Feria del Libros de Cádiz, a las 20.30 horas en el Baluarte de la Candelaria. Novela diáfana, con historias dentro de otras historias y con personajes definidos con precisión, Antonio Hernández presenta un homenaje particular a La isla del tesoro y general a la novela de aventuras. El escritor arcense, viajero incansable de la poesía a la prosa, recogerá el próximo 1 de junio, de manos del Rey, el Premio Nacional de Poesía conseguido con su Nueva York después de muerto, poemario premiado también con el galardón de la Crítica.

-¿Por qué ese tributo a La isla del tesoro? ¿Hay alguna deuda pendiente con el Antonio Hernández primer lector?

-Sí, en efecto, La isla del tesoro siempre es una referencia para los que tenemos ya un recorrido digamos que extenso, es una de mis primeras lecturas junto a autores parecidos, como Daniel Defoe o Salgari. La isla del tesoro es el libro ideal para comenzar una navegación y lograr llegar a puerto. Y para llegar a puerto hay que recurrir a los pleamares y los bajamares pasados.

Sobre todo, era el punto de partida. Me da la impresión de que es una novela que la pueden leer también la gente que se inicia.

-¿Quiere ser entonces El tesoro de Juan Morales, también, una novela iniciática?

-Sí, una novela de formación, una novela de iniciación porque está narrada en primera persona, y es una novela que, me parece, tiene un trasfondo incluso moral que sigue la pauta de lo que suele ser la novela moderna a raíz del Quijote, que es la pauta de la paradoja. La paradoja, la dicotomía, el enfrentamiento como consecuencia de la condición humana que en sí es adversa de sí mismo.

-Y la toma de decisiones con la codicia por medio, la ambición por el tesoro; con una historia de amistad como trasfondo.

-Sí, sí, sí, eso tiene un paralelo no sólo en que lo busca Juan Morales, sino también en el abuelo, el dueño de la fonda, que tiene una ambición tan extremada que llega a costarle la salud y quién sabe si también la vida. Y es ese contraste que hay entre ese tipo de carácter de ser ambicioso, codicioso, pero al mismo tiempo también temeroso de que todo le pueda pasa factura en cosas abstractas como puede ser la bendición del cielo.

-¿Por qué se traslada la trama de la novela al siglo XX y por qué a Arcos, con personajes tan reconocibles como el propio John Silver?

-Exactamente, ya que hablamos de John Silver, con la pata de palo y la muleta, y la muleta es la palanca de la memoria, la que hace que unos personajes aproximados a los que yo presento en la novela muestren una serie de condiciones que van desde lo positivo a lo negativo y viceversa. Es esa contradicción que late en el hombre y de la cual parece que es prácticamente imposible zafarse, en Arcos e incluso dentro de mi familia, que es en realidad lo que vengo a retratar en dos de sus personajes. En la familia hay ese tipo de condición que naturalmente está refrenada y compensada por una generosidad en los momentos precisos. En realidad, como en toda literatura, se puede decir que es caricatura de la realidad, y la imaginación del autor pone mucho ahí. Los personajes tienen poco que ver con la superficie, pero sí con la raíz de los personajes reales en los que el autor se ha inspirado.

-Hay entonces una parte autobiográfica en la novela.

-Sí, sí, hay una parte biográfica, qué duda cabe. Aunque, insisto, en algunas ocasiones me veo retratado ahí pero en otras ocasiones como el que retrata soy yo (ríe), procuro por todos los medios que no se me vea demasiado, la sombra nada más. Recurrimos a lo que decía Pessoa: "El poeta es un fingidor; miente tan sinceramente que llega a creer que es el dolor el dolor que de veras siente".

-Dígame que no estaba pensando en la clase política española cuando puso los nombres de algunos personajes de su novela, como Yonohesido y Pedroencueros.

-Yo me he dado cuenta de eso después, de que alguien se pueda dar por aludido. Pero al hacer una traslación de lo local a lo universal, que sería el panorama político español, queda ya un tanto ensombrecida, aunque qué duda cabe que esos personajes te vas al Congreso y encuentras el doble (ríe). Aunque hay algunos personajes que se nos escapan, que no sé con quien compararlos del Congreso, como el almirante de la Base norteamericana de Rota... (ríe).

-Me ha llamado la atención la referencia a Pemán tras el hilarante episodio del pregón blasfemo al Nazareno: se cita al Pemán mediador ante las autoridades y al Pemán que viaja políticamente hasta acercarse a Don Juan. Ahí no hay ninguna careta.

-No, no hay ninguna careta. Puede haberla en el personaje de Julio Mariscal, el poeta, aunque está muy modificado porque nada de eso, del pregón, fue cierto. Eso no, pero sí lo fue la venganza que debió tomar Julio Mariscal con respecto al trato que ciertas personas de la sociedad de la época le dio. En el caso de Pemán es otra historia porque Pemán, en efecto, fue falangista de la primera o la segunda hora, pero después, creo, intentó por todos los medios recomponer la figura y aparecer como una persona liberal, una persona comprensiva, colaboradora del régimen pero de una manera discreta, distanciada que, al mismo tiempo, compensaba con ayuda a las causas perdidas o semiperdidas como podía ser el caso de algunos escritores a los que ayudó Pemán. Eso no lo hace un fascista, o al menos no lo hace un fascista pasado el tiempo y convertido ya en una persona democrática. En efecto, Pemán fue presidente del consejo privado de Don Juan, del que fueron tantas personalidades de la vida española, como por ejemplo Sainz del Río, Laín Entralgo o como por ejemplo mi admiradísimo poeta y maestro Luis Rosales. Eran personas que participaron de la primera hora de la Falange, pero que en vista de cómo fue transcurriendo la vida política española, absolutamente dirigida por el señor del Pardo, decidieron que tenían que hacer una oposición velada, si se quiere, pero oposición.

-El año pasado, en la presentación del homenaje que le dedicó la Universidad, se quejaba por así decirlo de que usted fuera conocido como poeta cuando ya tenía ocho novelas en las librerías. ¿Le enfadaría si ahora algún periódico titulara: 'El poeta Antonio Hernández vuelve con una novela'?

-No, en absoluto (ríe), lo puede poner perfectamente. Yo ya creo que soy poeta. Además, el reconocimiento de mi obra, fundamentalmente, es como poeta. Me refiero al reconocimiento oficial, los premios de la Crítica dos veces, el Nacional de Poesía... Está claro que me los han dado como poeta. En fin, he tenido bastante más continuidad como poeta que como novelista, pero es cierto que están ahí las ocho novelas, algunas de las cuales han tenido una crítica espléndida, y que incluso alguien, no sé si lo ha dicho para molestar, ha proclamado que soy mejor novelista que poeta (Ríe). Siempre seré el poeta Antonio Hernández. En este país es muy difícil que te acepten como actor de dos cosas: se puede ser novelista, pero no novelista y poeta.

-¿Cómo se plantea su presencia en la Feria del Libro de Cádiz? ¿Son necesarias las ferias, cómo las vive?

-Yo creo que la feria es un negocio y, por tanto, eso repercute como proyección en el autor de la obra. Hace poco di el pregón de la Feria del Libro de Extremadura, en Trujillo, y vi mucho ambiente y gente que normalmente no se acercan a las librerías y que sí acuden a la feria. Esa es la experiencia que yo tengo. A mí me da mucho miedo la Feria del Libro de Madrid, porque voy a firmar esta novela y también un libro de poemas, que se llamará Viento variable, que quería que saliera para el otoño para que no pisara a la novela, pero que se ha retrasado tras el éxito, y no lo digo yo, de Nueva York después de muerto. Ya me pasó con Sangre fría, que fue premio de novela BBVA, y el mismo día que salió ese libro se publicó La leyenda de Géminis, y el poder de convocatoria de prensa fue enorme para Sangre fría y se comió La leyenda de Géminis, que por cierto voy a reeditar porque es una espina que tengo clavada.

-Usted es un gran aficionado al fútbol y tiene libros sobre el Betis y el Cádiz. ¿El domingo verá la jornada de Liga antes de marchar a la Feria del Libro?

-Como hincha del fútbol lo he pasado muy mal con mi Betis y lo he pasado mal con el Cádiz. Como verás, soy muy amigo de las causas perdidas. La compensación del premio Ciudad de Torremolinos, donde me han caído una buena cantidad de euritos, yo creo que me lo merecía (ríe) después del sufrimiento del año. Y la penúltima jornada de Liga, ya no la veré. Ya no sé si me interesa el fútbol o el Betis, esto empieza a ser una enfermedad y una obsesión. El día que vi que no bajaba me tranquilicé, y la Liga ya sin interés.

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