Ainhoa Arteta. Soprano

"La banda sonora de mi vida es el pop, no la ópera"

  • Acaba de publicar 'Mayi', un disco con versiones de Serrat, Leonard Cohen o Clapton que supone su tercera incursión fuera de la lírica.

Su discográfica llevaba años tanteando a Ainhoa Arteta para que hiciera "un crossover de esos que se llevaban tanto", pero ella "no lo veía claro". Prefirió esperar, hasta que de manera natural, y desgraciadamente por la vía de una "ruptura brutal", la muerte de su madre, llegó "el desencadenante". Con ella cantó muchas veces en la intimidad familiar la canción La vida, que fue a la postre el germen, en 2008, de su primer disco de versiones pop-rock, titulado como ese mismo tema de Silvio Rodríguez. Dos años después publicó Don't give up, en el que se atrevió incluso con Nirvana o Guns n' Roses, y a pesar de las críticas a veces hasta faltonas que recibió por ello, ahora la soprano guipuzcoana vuelve con una nueva tanda de versiones. "Tengo que decir que éste es más de verdad, o será que ya encaro este tipo de canciones con menos incertidumbre y más naturalidad, y es en el que me siento más cerca del pop", dice sobre Mayi (Universal), un trabajo cocinado, como los dos anteriores, por el productor Javier Limón, del que ha aprendido "muchísimo". Por ejemplo, dice, a "soltarse".

En esta ocasión el menú incluye canciones de Leonard Cohen (Suzanne), Pablo Milanés (Yolanda), Elvis Costello y Paul McCartney (Veronica), Joan Manuel Serrat (Penélope), Tom Waits (Martha) y Eric Clapton (Layla), entre otros artistas. "Es curioso, habrá dos mil canciones con nombre de mujer, y la inmensa mayoría cantadas y compuestas por hombres y con textos hechos por ellos también", dice Arteta, que ha querido por ello dedicar este álbum no tanto a las mujeres, puntualiza, como al "ente femenino" o al "amor femenino" que en euskera y en la mitología vasca se llama Mayi, como la composición de Benito Letxundi que da título al conjunto. Entre las canciones hay también una inédita, Valentina, con música de Limón y letra de David Trueba, con el que la cantante deja premeditadamente la puerta abierta a más discos de este tipo, incluso con material original.

"Es que he nacido en los 60, no en el siglo XVIII, así que he crecido con los Beatles, con Queen, con Elvis Costello... no sé, con muchos de estos, y he cantado sus canciones en las reuniones con mis amigas. Ésta es la realidad y la banda sonora de mi vida, no la ópera", dice Arteta, que en el plano emocional -aunque sí en el técnico, obviamente- no ve la necesidad de distinguir entre el pop y el repertorio lírico que sigue cantando, sobre todo en escenarios del extranjero. "Yo disfruto cantando... todo, hasta la música del telediario, ha sido así desde que era pequeña. Es como yo expreso mis sentimientos. Para mí, el sentimiento es el mismo cuando canto una Layla o un Jezebel -de Sade, otra de las versiones de este último disco- que si se tratase de un aria. A nivel emocional. Evidentemente, a nivel corporal es distinto; la intensidad de producir ese sonido que debe traspasar la barrera de una orquesta, y sin megafonía, es mucho mayor. Pero en cuanto a sentimientos, para mí, no hay diferencia".

"Por supuesto", dice cuando se menciona la solemnidad que suele regir en ese ámbito hipercodificado que es la escena lírica. Pero también el del pop es un territorio "muy difícil", añade. "No te creas que admiten a cualquiera... Y a los líricos nos tienen un poco encasillados. Aunque pienso también que cada vez hay menos recelos mutuos. El que más hizo en este sentido fue Pavarotti. O esa maravilla que hicieron Freddie Mercury y Montserrat Caballé... Creo que nos limitamos demasiado nosotros mismos, ¿qué sentido tiene intentar ponerle puertas al campo? Mira, estos días he estado grabando una canción con José Mercé, y ha sido una experiencia maravillosa, ¡no sabes cómo ha quedado! El mestizaje es muy importante, en todos los sentidos. Yo con este disco estoy muy contenta porque gracias a él, por primera vez, ha venido gente del pop y me ha dicho: tú ya no eres una cantante lírica, tía, tú ya cantas pop".

"También es cierto que hace diez años seguramente no podría haber hecho este disco", continúa la soprano; "es muy posible que me hubieran clasificado en el pop y no me hubieran dejado ya meterme en el lírico. Pero, hoy, discos como éste son para mí un aliciente para poder ser transgresora y disfrutar de esta flexibilidad vocal que yo antes ni siquiera podía haber imaginado que llegaría a tener. En fin, que esto es algo que suma, y no resta", dice Arteta, que ha olvidado ya los estragos de la grave crisis vocal que sufrió hace 14 años. "Se me rompió la voz completamente. Pero fue un aprendizaje; de las cosas malas se aprende, ¿no? Aprendí a no obligar a mi voz... La musculatura, cuando eres joven, tiene mucha flexibilidad, y si no estás haciéndolo bien técnicamente el músculo te lo suple, pero ese esfuerzo se acaba pagando porque estás forzando el instrumento. Así que tuve que aprender a cantar de nuevo. Y no me quejo, mi voz está siendo conmigo generosa no, lo siguiente, porque me dio una segunda oportunidad. Y la estoy disfrutando".

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