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Inmigración en el Estrecho

Todos los ángulos de la frontera

  • Fernando García Arévalo expone tres décadas de trabajo documentando la inmigración

Un sordomudo observa desde lo alto del monte Gurugú, al otro lado de la aduana, el Mediterráneo. Piensa, ya que no puede decirlo, en atravesarlo. Un marroquí se arrastra entre las alambradas que precedieron a la valla de Melilla como en una guerra. Un hombre salta sobre esa valla. Es el salto. En pleno salto. Dos niños han sido detenidos y están en las dependencias policiales de Algeciras. Son tiburones. Un tiburón es el patrón de una patera. Y son niños. Mujeres de luto, viudas de blanco, entierran a sus muertos. Son los cadáveres repatriados del naufragio de la patera de Rota. Rostros de mujeres en Dakar. Todas ellas han perdido un hijo camino de Europa.

Fernando García Arévalo (San Roque, 1967) fue uno de los primeros en retratar una patera atravesando en el Estrecho. Fue en 1992. Han pasado 26 años y durante todo este tiempo su cámara ha documentado todo el proceso migratorio. Ha estado en Senegal, en los montes que rodean Ceuta y Melilla, en los campos de fresa de Huelva, en los Centros de Inmigrantes... El resultado es la sobrecogedora exposición “En lo más ancho del estrecho”, que desde ayer se puede ver en el Baluarte de San Roque de Cádiz. Podrá verse hasta el próximo 16 de marzo de 2019.

“Esta es una exposición que no debería existir”, dijo García Arévalo ayer durante su inauguración. Confiesa que cuando él empezó muy joven a hacer fotos jamás pensó que estaría casi treinta años después hablando de ese fenómeno que entonces era embrionario. Acabaría siendo imparable. “Porque si lo pienso con la perspectiva de hoy uno de los impulsos humanos es emigrar, tener proyectos, buscar otros lugares. Los europeos lo podemos hacer sin tener que atravesar un muro, ni una alambrada, ni atravesar el mar en una embarcación inestable. A ellos no les queda otra opción que jugarse la vida. Y se la juegan”.

La muestra del fotógrafo campogibraltareño, que desde muy joven trabajó fuera, es un relato perfectamente concebido que está jalonado con pequeños textos. En su conjunto da muchas explicaciones sin necesidad de contar. Sólo mirando. Hay un tríptico de fotos tomadas en diferentes lugares de personas preparadas para dar el salto, ya con el viaje concertado. Sus caras están ocultas por prendas de vestir. Es la invisibilidad a la que también se les condena.

En otra de las fotos podremos ver una batea donde van a parar los escombros. En el recipiente no hay escombros, sino algo parecido a un lugar en el que dormir. “Esta imagen está tomada tras el estallido de la burbuja. De repente, los españoles se quedaban sin trabajo en la construcción, ya no se construía más y ya no necesitábamos a los inmigrantes que habían hecho los trabajos más duros durante los años de supuesta riqueza. Para mí, en esta imagen, quiero retratar los escombros de la burbuja. Son ellos. Así los hemos tratado”.

No es un retrato compasivo de un occidental sobre la inmigración, los retratos que haría un ‘paracaidista’, sino la mirada de alguien que los conoce, que ha convivido con ellos. Posiblemente uno de los mejores narradores de la inmigración.

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