Takashi Miike es uno de los niños terribles del cine japonés actual. Autor de una hiperactividad que hace que Jesús Franco parezca Kubrick -rodó ¡15! películas entre 2001 y 2002-, con persistentes rumores de que en realidad estas producciones son blanqueo de dinero de los mafiosos Yakuza, se ha ido abriendo un hueco en Occidente, a lo que ha ayudado que gente como Tarantino elogie su obra. No es extraño, ya que un grueso humor y una explícita violencia marcan su estilo. A pesar de su amplia obra, poco se ha visto en España de Miike. Su más destacado estreno en nuestros pagos fue en 1999 Audition, una cruel y sádica historia de amor. Hoy se presenta en Campus Cinema Alcances 13 asesinos, donde recupera el tradicional cine de samuráis japonés (que contó con ilustres cultivadores como el propio Kurosawa) versionando un clásico del género de 1963, aunque a su estilo. El Japón feudal se ve amenazada por el hermano del Shogun, que impone su ley a sangre y fuego. Harto de esta situación, un noble oficial contacta con un samurai para eliminar a este peligroso personaje. Éste contacta con un grupo de compañeros para unirse a la causa, ya que el objetivo va siempre con una nutrida escolta dirigida por otro letal samurai que fue rival de los que van a enfrentarse al hermano del Shogun.