Lírica

“Creo que ese día perdí dos kilos de todas las cosas que tenía que pensar”

  • Ruth Rosique cuenta su experiencia en ‘Orfeo y Eurídice’, que se aprendió en cuatro horas

Ruth Rosique, junto a José Luis Sola, el pasado domingo en el Villamarta.

Ruth Rosique, junto a José Luis Sola, el pasado domingo en el Villamarta. / Vanesa Lobo (Jerez)

El Villamarta tuvo que suspender la función del pasado sábado de ‘Orfeo y Eurídice’ por una indisposición de Leonor Bonilla (el amor de Orfeo). Por primera vez en 22 años, el Teatro tuvo que comunicar al público que no se podía levantar el telón, ante la enfermedad de la soprano y el poco tiempo para encontrar a alguien que la sustituyera, Ruth Rosique. Una actuación que se pasó al domingo.

La soprano cenaba tranquila la noche del sábado con unos amigos cuando una llamada de teléfono desde el Villamarta le informaba de la situación. Ella no dudó un momento y aceptó el reto. “Me mandaron la partitura y el mismo domingo me fui para Jerez. Me aprendí la ópera en algo más de cuatro horas”, cuenta la artista.

Daba la coincidencia de que Rosique había acudido a la representación del viernes de la obra, así que ya tenía algo en su favor. “Hacía 15 años que yo había cantado el ‘Amor’ pero en italiano, y aquí en esta versión había que hacer todos los movimientos escénicos también. ¡Todavía no sé cómo lo he hecho, sinceramente! Creo que salió bien. No sé si estaba en un sueño o en una pesadilla porque el ensayo necesario para interpretarla es de semanas”, recuerda.

“La verdad es que era eso (que ella sustituyera a Bonilla) o suspendían. Yo me atreví porque dicen que quien tiene una capacidad de actuar tiene el deber de hacerlo. Pero bueno, otra de las cosas buenas es que como vivo la mitad de mi tiempo en París, pues el francés lo tengo fácil. Si hubiera sido en otra lengua, me lo pensaría”.

Confiesa que no es la primera vez que le ocurre que tenga que sustituir de esta manera. “Debería poner un anuncio de ‘soprano de urgencias’ porque me ha pasado muchas veces: en el Teatro Real, en Nueva York (se aprendió la ópera en el avión), en el Maestranza (la llamaron 25 minutos antes)... En Jerez contaba con la partitura de lo que cantaba, pero tenía que escenificar y no se puede leer como en un concierto. Y, además, tenía como cuatro escenas en las que sólo actuaba, así que tuve que memorizar todos los movimientos”, relata.

Asegura que el público reaccionó de una manera “increíble, nunca había visto nada así. Todo el mundo estaba entregado y la gente se daba cuenta del enorme esfuerzo que estaba haciendo. Yo creo que perdí dos kilos ese día de todas las cosas que tenía que pensar al mismo tiempo. Mucho cariño por parte de todo el mundo. Mereció la pena el esfuerzo”.

Aún así, asegura que espera que no le vuelva pasar una cosa así, “está bien saber que en un momento de crisis puedes reaccionar así, pero así no me gustaría volver a actuar nunca porque es demasiada la tensión, demasiada”. Al día siguiente, aunque satisfecha por lo conseguido, apunta que le dolía todo el cuerpo de la tensión a la que estuvo sometida.

La soprano actuará el 5 de febrero en el Teatro de la Zarzuela con ‘Música entre amigas’ junto a la pianista Rosa Torres-Pardo, luego irá a Gerona, Barcelona, París... En Jerez actuó en noviembre con ‘El último hechicero’. Una ciudad, “un teatro, el Villamarta, muy familiar para mí, estoy como en casa y me han dado muchas oportunidad en papeles como ‘Romero y Julieta’ y ‘Don Giovanni’, que luego he cantado mucho”.

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