Cultura

Rivera Ordóñez y El Fandi cortan orejas verbeneras

  • Tarde triunfalista con un público benévolo, premios exagerados y salida a hombros en la que no estuvo 'El Cordobés', que sólo se llevó un trofeo

Tarde triunfalista ayer en la plaza de El Plantío Burgos, con premio de exageradas orejas, por partida doble para Rivera Ordóñez y 'El Fandi', a quienes no pudo acompañar en la salida a hombros 'El Cordobés', quien se llevó sólo un trofeo.

Combinación perfecta de toros fáciles, toreros bullangueros y público triunfalista, para darle carácter pueblerino a la tarde. Una corrida de cinco orejas, y menos mal que el presidente echó el freno a otras desmesuradas peticiones de trofeos.

Claro que de entrada nada se puede objetar a los "triunfos", al fin y al cabo consecuencia de la voluntad de la mayoría. Manda el público en la primera oreja, dice el reglamento, y así hay que acatarlo. Con mayoría abrumadora de pañuelos en el tendido, el usía está obligado en todos los casos a conceder esa primera oreja, aunque se reserve el derecho a negar el doble trofeo. El segundo apéndice es potestad suya, y se supone que aquí juega papel determinante su sensibilidad como aficionado.

Buen aficionado el presidente José Manuel del Barco, quien se alterna en "el palco" de "El Plantío" con el veterano y bonachón José Ramón Muriel. Al hombre "se la prepararon" también los mulilleros con sus largas, innecesarias y descaradas esperas para arrastrar los toros mientras el clima de la petición se hace por momentos insostenible. Muy bien del Barco aguantando el chaparrón. Fue lo único serio en la tarde.

Porque, ¿cómo se explica dos toreros a hombros, y otro a punto de ídem, sin haber pegado ninguno de los tres un sólo muletazo en condiciones? Pases, todos los del mundo. Pero ni uno templado y limpio. Ni uno.

Y esta vez tampoco hay excusa para los toreros, que más que toros tuvieron enfrente auténticas hermanas de la caridad. Solamente el cuarto de la suelta sacó racita. Y Manuel Díaz "El Cordobés", el hombre, sorprendido quizás porque aquello no debía estar contemplado en el guión, al final no supo por dónde y cómo meterle mano.

Un Cordobés que había cortado la oreja al que abrió plaza por una faena con una primera parte más ligada y estética antes de entrar en lo otro. ¿Por qué se empeña Manuel Díaz en derivar su toreo a lo estrafalario, cuando más de una vez ha demostrado la buena enjundia que atesora, no sólo con la muleta si no también incluso con el capote? Es una pena que prodigue tanta rana, desplantes y cabezazos al toro. Seguramente que él dirá que es la mejor manera de funcionar, pues es lo único que le tienen en cuenta.

Francisco Rivera Ordóñez se dejó ir las quince o veinte buenas arrancadas de su primero antes de emplearse a fondo en tres circulares y otras reolinas -término que utilizan los propios profesionales en tono despectivo del toreo barato-, con la suerte de meter la espada a la primera. En el quinto, más de lo mismo, incluido un tercio de banderillas de lo más vulgar.

Parece mentira atreverse a coger los garapullos estando en la plaza el atlético Fandi, que éste sí formó un verdadero lío en el segundo tercio, en sus dos toros. Aunque también el granadino se pone cada vez más pesado en los preparativos. Desde luego que las carreras y saltos, la forma de cuadrar y clavar de Fandila, no tienen igual. Aunque con la muleta anda igual o más perdido que Rivera, trapazo va y viene.

En resumidas cuentas, el molinete, el circular, el desplante a toro moribundo, y otras lindezas por el estilo, tuvieron hoy su monumento en la plaza de Burgos. Y todos tan felices. Bueno, quizás todos, no.

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