smiling bulldogs. banda de rock & roll

"Pensar en lo que nos transmitió el público nos dio el empuje necesario"

  • El grupo ofrecerá esta noche, a las 22.00 horas en la Sala Paúl de Jerez un concierto de despedida Aquí, una charla con dos de sus componentes y un repaso a su trayectoria de casi una década

Smiling Bulldogs, uno de los mejores representantes del buen rock clásico hecho desde el sur, ponen fin a su carrera tras casi una década en la carretera y lo harán por todo lo alto, publicando su tercer y último disco y con un gran concierto hoy sábado en la Sala Paúl, a las 22.00 horas. La banda jerezana, que desde un principio se definió como un conjunto que "pasaba de estética y modas ñoñas", actuó en numerosas ciudades de España y cosechó muy buenas críticas en los medios. El cantante Miguel Carabante y el bajista Daniel Quiñones hablan con nosotros. Las entradas están a la venta en Artesanía Viva (C/ Tornería 6), Peña Los More (Calle Santa Rosa 10) y el portal entradium.com.

-Smiling Bulldogs se despiden para siempre tras casi 10 años de carrera, 3 discos y decenas de conciertos, ¿han acabado igual de mal que los Beatles?

-Daniel Quiñones (DQ): (Risas) No qué va, para nada. Hay mucho cariño y buen rollo. Miguel Carabante (MC): (Risas) Yo creo que la separación es para que no haya un acabar mal. Los grupos y los proyectos a veces terminan por sí solos y a otras veces los acaba uno a conciencia. Y creo que esto último es mejor.

-El concierto de despedida de hoy en Jerez viene acompañado de la publicación de un tercer y último disco en directo, ¿se lo debían a los fans o a alguien en especial?

-DQ: Sí, a los fans y a nosotros mismos. Es una cosa que teníamos pendiente. Decidimos parar y todavía teníamos conciertos firmados por hacer, así que tuvimos tiempo de planificarlo todo y apostar por grabar y editar este último disco.

MC: Algunos grupos necesitan tener un disco en directo y lo normal es que donde un grupo demuestre verdaderamente su valía sea en vivo. Es el caso de los Smiling.

-¿Qué añade ese disco a lo publicado?

-MC: Tenemos el sudor del público, el jaleo... el magnetismo de ese día en la sala se vive, está bien grabado. Los discos que más me marcaron de mis bandas favoritas fueron discos en directo. Y podemos estar orgullosos de El Pelícano. Es como si los Smiling también tuvieran su Made In Japan de los Deep Purple, o su Hollywood Bowl de los Doors, o su Ummagumma de los Pink Floyd.

DQ: Además es la versión más acústica de los Smiling. Es una perspectiva distinta de temas nuestros que se conocen y además la oportunidad de escuchar canciones nuevas que no están en los otros dos discos porque hemos grabado muy buenas versiones de Lennon, de Dylan, de Michael Jackson o de Prince. La idea era no publicar el típico disco en directo. Sino grabar uno en directo renovando el repertorio propio y añadiendo novedades.

-¿Cuál ha sido el momento más álgido en la carrera de Smiling Bulldogs?

-MC: Quizás cuando nos dimos a conocer a través de Radio 3 con el primer disco. Javier Gallego tenía una audiencia grandísima con su programa Carne Cruda en los años 2010 y 2011 y se enamoró de la banda y especialmente de la canción Leave me alone y nos promocionó mucho. Ahí estábamos en el candelero.

-¿Y el mejor concierto de los Smiling?

-MC: Me gustó mucho la presentación de Smiling Bulldogs en Jerez, en la Sala Paúl, cuando presentamos el primer disco a finales de 2009.

DQ: Esta despedida seguro que será muy emotiva también.

-¿Quién ha sido el peor enemigo de los Smiling Bulldogs?

-DQ: Los indies (risas).

MC: Posiblemente España. Porque tener un grupo de rock & roll americano, por muy potente que sea este grupo, no deja de ser como un Rolls-Royce que tienes siendo un español medio y eso no cuaja si no tienes el garaje, la gasolina y la pasta necesaria para moverlo. E incluso una gran carretera... y no es el caso de España. Aquí les va mejor a los que tienen un Seat o una moto (risas).

-La banda nació con una clara perspectiva de independencia y autogestión, ¿nunca se plantearon llamar a puertas en Madrid?

-MC: El concepto de Smiling Bulldogs fue conquistar primero lo cercano. Hacernos un buen hueco en Jerez y la provincia, que se consiguió y es de agradecer porque aquí el público siempre nos dio una respuesta mayoritaria y muy buena acogida. Ya el tema de Madrid y subir más veces al norte pues lo hicimos, pero no vimos una respuesta lo suficientemente firme como para seguir insistiendo.

DQ: Además, en Madrid le hacen poco caso a seis tíos tocando rock en inglés, si al frente hubiéramos tenido a una chica guapa quizás nos hubieran hecho más caso (risas).

-¿Ahora están en otros proyectos musicales donde se canta en español, ¿el idioma sí importa?

-MC: Sí, es imprescindible. Yo llevo cantando en inglés casi toda mi vida porque no es fácil escapar de la influencia de los Beatles, los Rolling Stones, Pink Floyd... de toda esa movida americana y anglosajona. Y uno tiende a imitar. Pero llega un momento, y este ha sido mi caso, en el que te sientes un poco como disfrazado cantando en inglés. Las cosas que digo de verdad y que hablo con mi gente las digo en español, así que me parece que es más valiente cantar en español y en eso estamos en Niño Libre.

-De ustedes siempre se dijo que en directo no tienen rival, ¿cuál es el secreto?

-MC: Teletransportarte. Creértelo e interpretarlo.

DQ: Mucho buen corazón y entrega total.

-También hablaron desde un principio que pasaban de modas, ¿siguen sin escuchar nada publicado más allá del año 2000?

-MC: Yo particularmente no escucho ya rock & roll casi nunca. Me lo bebí cuando era joven.

DQ: No sé, voy escuchando lo que me cae en las manos y no me planteo el año nunca. Las nuevas tendencias no son muy de mi agrado, pero intento aprender de lo nuevo, en La Tarambana y en las Gipsy Rock incluso estoy proponiendo hacer arreglos de música disco.

-La mayoría de las canciones de los Smiling la firman ustedes dos a medias, ¿cómo fue escribir canciones juntos?

-MC: Ha sido como tener una novia sin pelo (risas). Ha sido algo muy positivo porque había una rivalidad fructífera y amistosa. A ver quién hacía el arreglo, el riff o el groove más chulo, guapo o potente.

DQ: Sí, un pique y un placer.

-¿Qué mensaje les gustaría enviar al público que siempre les apoyó?

-MC: Pues que la despedida de un grupo no es nada triste. Que hemos acabado una trayectoria y hay que quedarse con lo bonito. Con casi 10 años de lujuria rockera y con canciones que han sido bien acogidas y han movido muchos sentimientos, según nos cuentan los amigos que vienen a los conciertos. Para mí no hay ninguna pena.

DQ: No hay palabras para agradecer todo lo que nos han dado. Porque en muchos momentos sin fuerzas, sin dinero y sin ganas, pensar en lo que nos transmitió el público siempre nos dio el empuje necesario.

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