Libros

Paul Klee: así en el verso como en el lienzo

  • La editorial malagueña EDA reúne en ‘Casi todos los poemas’ los versos del pintor Paul Klee, testimonios de un talento único

El artista suizo Paul Klee (1879-1940).

El artista suizo Paul Klee (1879-1940). / M. H.

Quiso la posteridad reconocer al suizo Paul Klee (1879-1940) como pintor, lo que al fin al cabo hacía honor a la verdad: nuestro hombre creó una estética propia, singular e intransferible, a través del surrealismo, el expresionismo, el cubismo y la abstracción, sin acomodarse plenamente a ninguna de estas corrientes pero tomando de ellas los elementos idóneos para trazar un discurso artístico sin mucho parangón en su tiempo. Cabe recordar, además, que tras formar parte del grupo artístico El Jinete Azul en Berlín junto a Kandinsky y Franz Marc, entre otros, fue reclutado por el arquitecto Walter Gropius hace justo un siglo, en 1919, para impartir clases de arte en la naciente Bauhaus, labor que mantuvo hasta que, en 1930, se vio obligado a abandonar Alemania y regresar a su Suiza natal (donde falleció diez años más tarde) por culpa del ascenso nazi; es decir, la influencia de Klee no fue precisamente pequeña en el mayor esplendor cultural que Europa fue capaz de alumbrar. Pero, además, Klee fue un músico excepcional y un talento precoz en este sentido: a los 7 años era ya un violinista reclamado y a los 11 pasó a formar parte de la Orquesta de la Sociedad Musical de Berna. Igualmente, el artista demostró un genio literario fuera de duda, con un notable corpus crítico en el que escribió afilados análisis de diversos artistas, contemporáneos o predecesores, y, también un abultado conjunto de poemas. Si hasta ahora los versos de Paul Klee habían pasado desapercibidos para el lector en lengua española, la editorial malagueña EDA viene a hacer justicia con un volumen de título honesto, Casi todos los poemas, que reúne la mayor parte de la producción poética del pintor con edición, prólogo y traducción a cargo de José Luis Reina Palazón.

‘Senecio’ (1922), de Paul Klee. ‘Senecio’ (1922), de Paul Klee.

‘Senecio’ (1922), de Paul Klee. / M. H.

El cariz renacentista de Paul Klee representa a la perfección la elevada aspiración cultural y artística de la Europa Central de entreguerras; la misma que, a pesar de tan sublime inspiración, fue capaz de engendrar los peores monstruos de la Historia. El lector de Casi todos los poemas tendrá la oportunidad de comprobar cómo la poesía y el arte se alimentaban mutuamente en Klee con absoluta libertad pero, igualmente, con significativa disciplina, en una afortunada trinidad creativa completada con la música. Como recuerda en su prólogo Reina Palazón, el artista dio siempre buena cuenta de su amor por la poesía a través de su obra pictórica, ya que llegaba a incluir poemas de su autoría sobre el lienzo; e, igualmente, saltan a la vista en los versos algunos de los motivos esenciales de su pintura, desde la ensoñación surrealista inclinada a lo fantástico pasando por la crítica social y el humor, siempre con una cadencia deudora de la música por la que el silencio tiene sobre el papel en blanco funciones similares a las otorgadas en el pautado: “La relación poesía-pintura-música en Klee es continua en los esenciales años de desarrollo desde 1899 a 1914, durante los que se puede observar en los dibujos, junto al dominio de los colores, una expresiva musicalidad en los títulos, así como una perfección de la forma en los poemas”. Esta confluencia se da, de hecho, en muy diversos cauces: recuerda así Reina Palazón que Klee “también ilustró libros, así Candide o el mejor de los mundos, de Voltaire, publicado en 1920 por Kurt Wolff, el editor de Kafka. Y Postdamer Platz o las Noches del Nuevo Mesías, visiones extáticas de Curt Corrinth, que ilustró con diez litografías y que publicó Georg Müller Verlag en Munich [también] en 1920”.

Además de pintor, Klee fue un violinista excepcional y un poeta de elevado prestigio

“Que los poemas acompañaban su desarrollo artístico y moral puede apreciarse claramente cuando vemos la evolución de su temática en relación con las anotaciones de sus diarios. Como allí, los temas –¿o sería mejor decir las problemáticas?– de Dios, del amor, del arte y de las relaciones humanas son los centrales de todo el conjunto. Y por supuesto hay que añadir el del lenguaje mismo, refugio aliviador y misterio incomprensible desde la más tierna infancia como anotaba en los diarios”, explica de igual modo Reina Palazón. Ciertamente, el propio arte es una de las inquietudes que con mayor afán cultiva Klee en sus poemas, sin renunciar al humor y la ironía (“¿Qué configura el artista? / ¡Formas y espacios! / ¿Cómo los configura? / En selectas proporciones... / oh, sátira / tu sufrir de los intelectuales”, escribió en 1905). Lo mismo cabe decir de Dios (“El señor maestro dice: / Qué te interesa a ti el ser de Dios, / mira uno de sus arriates de flores / eso es bastante”, en 1908), la percepción moral (“Me inclino tal vez a la perdición, / pero también me inclino / a salvarme de nuevo rápidamente”, en 1905) y la sátira social (“Soñé / que mataba a un joven / y llamé mono al moribundo. / El hombre se indignó: / que él estaba en las últimas. / Peor para él, / respondí yo, / ¡así no puede continuar desarrollándose! / ¡Oh por encima de la burguesía bien cebada!”, en 1906). Escritos entre 1898 y 1938, estos Casi todos los poemas acompañan así a Paul Klee en cada uno de sus momentos decisivos: el aprendizaje, la proyección, el éxito, el magisterio, la decepción, el exilio, el regreso y el advenimiento de la muerte. De esta forma, uno de los artistas más fascinantes del siglo XX se revela íntimo y pleno, así en sus versos como en el lienzo.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios