Cultura

Pasión por otros ritmos

  • Fernando Lobo y Glazz rompen el silencio del viernes santo con brillantes conciertos en El Puerto

Quedan ustedes todos excomulgados. Se está perdiendo tó. Viernes santo y roncanrol. Por Dios, qué herejía. Alguien tiene que poner coto a estos desmanes. Menos mal que un montón de guardias portuenses pidieron la baja por depresión y la ciudad aparcó sus males en doble fila, sobre las aceras, en la esquinita del viento, y los amantes de las sensaciones prohibidas apuraron su semana de pasión con un magno desfile emocional compuesto por dos pasos: primero, Glazz en Mucho Teatro, y sobre la medianoche, Fernando Lobo en Milwaukee. Noche redonda, roto el silencio de la buena muerte, mala vida consagrada a otros ritmos. Con profundo respeto a lo divino y humano y enfrascados en la imaginería del rocanrol, sonó el jazz, brincó el funk, acarició el folk la luna de abril.

Puro contraste. Dos tríos de tres y un puñado de valientes desafiando a la tradición. Glazz bordó su espectáculo de imágenes sonoras, mostró su poderío instrumental y dio un paso más en su trayectoria ascendente. Tras su paso por Londres, picadillo y circo para todos, repaso a su primer disco conceptual y algún guiño al futuro inmediato, amén de una notable destreza en los cambios de ritmo y la improvisación. Javi Ruibal, Recacha y Escortell poseen una amplia cultura musical, como Fernando e Ignacio Lobo, que a renglón seguido cautivaron a sus fieles acólitos con un variado, brillante y entretenido concierto. Fernando, que prepara su nuevo disco, Encrucijada, sabe que el peso del mundo es amor. Y humor. Viene con las pilas cargadas de su gira nacional para festejar su décimo aniversario sobre las tablas. Muchas tablas. Progreso constante. La misma humildad y paciencia. Los Lobo recorren caminos de blues, folk, sones cubanos, rumbas, rock de toda la vida y hasta tributos inesperados a gente tan dispar como Triana y Richie Havens, esto es, El Lago, Abre la Puerta y Freedom. Suenan bien los nuevos temas, en proceso de rodaje, y Fernando se atreve con diferentes registros vocales mientras Ignacio sonríe en su bautismo como bajista de postín. Menuda velada, pecado mortal.

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