Cultura

Mover las piernas y el corazón

  • La UCA ofrece la posibilidad de recopilar en un libro las ponencias que traten las aportaciones culturales que el escritor realizó en la ciudad

Desde hace ya seis años, participar en la Ruta Quiñones viene siendo una muy buena excusa para dar la bienvenida a la primavera. La fecha siempre predispone a la sonrisa y la espera de días brillantes, aun en años sin invierno como este. Eso debió pensar el grupo que, convocado por las Asociación de Amigos de Fernando Quiñones, se reunió ayer por la mañana frente a la Librería Manuel de Falla: punto de inicio del recorrido de esta edición, pero referente común de las rutas y de la propia vida de Fernando Quiñones.

"Esta era una de las segundas casas de Fernando", recordaba Juan Manuel, el librero, a los asistentes, rememorando la firma que Quiñones realizó en la entonces Mignon en 1984, poco después de ser finalista del Planeta por La canción del pirata. Se vendieron más de 250 libros en esa firma, "y Fernando, que era muy generoso, nos dio el bloque de prueba de la novela mecanografiada con notas manuscritas". Uno piensa que quizá hace treinta años la literatura estaba menos mercantilizada. O que quizá, simplemente, Quiñones estaba más allá de esos mundos. Una de esas páginas manuscritas termina, tras inocente sorteo, en manos de una de las asistentes.

La troupe ha engordado y continúa su camino. Unas cien personas llegan a la puerta de Los italianos, que acaban de abrir temporada -realmente, es primavera-, una de las paradas quiñonescas del café de la tarde. Gionni Campo recibe, como se dice, a simpatizantes y amigos y saluda a Nadia Consolani ("Nadia es veneciana. Mis padres eran del Veneto"). En su esquina, Los pimpi de Cai cantan, las nubes se levantan. El vapuleado Juan Cantueso, con su mucho de pícaro eterno, hubiera encarnado bien a un pimpi cualquiera, con su todo de pícaros contemporáneos, en alguna de sus muchas vidas.

"A mí me gustaría recordar la complicidad e implicación de Fernando Quiñones con la Universidad de Cádiz, pero también, con su ciudad", apuntaba, ya en el Rectorado y en un encuentro dirigido por la periodista Tamara García, Ricardo Chamorro. El director de Biblioteca y Archivo de la UCA brindó a la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones la posibilidad de publicar un futuro libro a partir de aquellas charlas que destaquen todas las aportaciones que, desde el ámbito cultural, realizó Fernando Quiñones a la ciudad.

Las muchas vidas de Quiñones le permitieron ser nombrado Doctor Honoris Causa, y comprometerse con el desarrollo cultural de una ciudad que, a finales de los sesenta -rememora Elena Quirós, experta en la primera época del Festival Alcances- "estaba en cueros vivos de arte y cine contemporáneos". La Muestra Cinematográfica del Atlántico se las arregló para ser una ventana por la que se colaron "los nuevos aires culturales que se respiraban en toda Europa". A su lado, Jesús Toledo y Eva Ríos, de y con Puppets Marionetas, confirmaban la vigencia como plataforma para los creadores del festival ideado por el escritor.

Y es que todos los palos de Fernando Quiñones -que incluso se arrancaba a cantar flamenco con distinta fortuna- eran muchos palos. El flamenco estuvo presente al inicio y al final de la ruta, en la Peña Juan Villar y en las voces de Carmen de la Jara e Inma Márquez. "Mijitas" de diversa naturaleza llegaron hasta el Pay Pay; y varios de sus pasos de verdad, de sus paseos y paradas, se encontraron y pueden verse en la muestra de fotos abierta en Quilla sobre el chiclanero más gaditano.

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