Marina Gallardo, una de las mejores cantautoras de este país, tropieza con el gran público y con los lugares comunes de la industria musical para dar lugar a un universo lírico tan complejo como seductor. La suya es una historia singular, repleta de monstruos, desencuentros y otras hierbas extrañas.

Para empezar, obvia las formas más elementales de promoción. Es difícil ver grandes carteles dedicados a su música, así como revistas que se atrevan a sacarla en portada. Aunque luego, en el interior de sus páginas, la comparan con Leonard Cohen por su capacidad interpretativa o con John Fahey por su exquisita manera de tocar la guitarra para situarla entre las artistas más valiosas del panorama nacional e internacional.

Para continuar, su música se aleja con rapidez de las imágenes confortables de la industria para ingresar rápidamente en el terreno de la poesía y la filosofía. Sus canciones están repletas de metáforas y criaturas insólitas que surgen directamente de una confrontación cerrada entre su sensibilidad desbordante y su honestidad casi violenta, de la que resultan monstruos perennes que acechan al cabo de cada traste.

Y, para terminar, sus canciones son áridas y preciosas. Las guitarras acústicas, las eléctricas y las cuidadas percusiones encierran siempre un hallazgo dentro: una voz íntima y cautivadora que juega a encontrarse a sí misma interrogándose sobre el sentido del hecho mismo de cantar y del lenguaje como vehículo expresivo.

En la Central Lechera presentará su segundo disco, Some Monsters Die And Other Return.