Cultura

La Marie se va a los puertos

  • El Teatro Villamarta volvió a acertar en su apuesta por la ópera ‘La hija del regimiento’, de Donizetti, y trasladando la acción a un lugar de la costa andaluza

Cada día que pasa resulta más y más evidente que al Villamarta y a su director les gusta correr riesgos. Y no sólo por lo que supone de arriesgado producir ópera desde Jerez y con el presupuesto del Villamarta, sino sobre todo por la falta de prejuicios y de complejos que significa el atreverse a crear una nueva producción de títulos bien conocidos y de los que existe variada oferta. Pero el teatro jerezano no se arredra y sigue adelante en su línea de arrojar luz y color andaluces sobre el mundo de la ópera.

En el caso que nos trae Javier Hernández traspone la acción desde la Suiza ocupada por las tropas napoleónicas a un puerto cualquiera de Andalucía, en aquellos momentos de 1808. El trabajo de Hernández es admirable, con una concepción muy dinámica de la escena, sabiendo mover a los personajes y dosificando los momentos cómicos. Especialmente logradas estuvieron, por ejemplo, la escena de la lección de música y la fiesta final, con todo un hallazgo escénico en ese divertido momento de suspensión. La escena se llenó de luz y de color, con un estupendo y variado vestuario, mientras que la escenografía, dentro de su simplicidad de medios, fue especialmente vistosa en ambos actos.

En la dirección musical el Villamarta tuvo la fortuna de contar con Juan de Udaeta. Incansable en el ritmo y la vivacidad de la interpretación, arropando con mimo a las voces, matizando los momentos más delicados, consiguió que la Filarmónica de Málaga sonase como nunca la habíamos escuchado en Jerez, con empaste, precisión y con dos espléndidos solos de corno inglés y de chelo. Sabina Puértolas fue una Marie divertida y pizpireta, convincente tanto en lo escénico (es una estupenda actriz) como en lo vocal. Le puede faltar más brillo en el registro superior, en el que los Re y los Mi bemol suenan metálicos y velados, pero en el resto de registros la voz es de dorada belleza. Frasea con gran delicadeza y su legato es capaz de conmover, como en sus arias Il faut partir y Par la range. Grata sorpresa fue escuchar a José Luis Sola, una voz muy prometedora. Tenor lírico-ligero, pero con cuerpo en la voz, sin nasalidades, de color homogéneo sin que se aprecie salto en la zona de paso, buen fraseador y con soltura en los sobreagudos, sólo le falta afianzar la técnica para apianar y usar la media voz sin que el sonido tiemble ni pierda color. En el famoso Ah, mes amis sonaron algo sofocados los primeros Do de cada serie de dos, pero el final lo sostuvo con valentía y articulando las sílabas sobre la temida nota. Carlos Bergasa estuvo perfecto como actor y como cantante, con una voz cada vez más bella y más rotunda.

Más apurada estuvo Beatriz Lanza en el registro grave, donde la voz le tiembla ya más de lo deseable, si bien fue la divertida actriz de siempre. Y en su línea ascendente de los últimos meses, el coro cumplió con solvencia y buen empaste, a pesar de alguna entrada desajustada en las voces masculinas y algunas notas chilladas en las sopranos.

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