Obituario

Fallece Manuel Virella, maestro de maestros

  • El artista, que ha estado enfermo en los últimos años, murió este jueves a las puertas de su hogar tras sufrir un fallo en el corazón

Manuel Virella, en el centro, rodeado de los artistas que le rindieron homenaje en Benot el pasado año.

Manuel Virella, en el centro, rodeado de los artistas que le rindieron homenaje en Benot el pasado año.

Manuel Virella, un hombre generoso, un maestro paciente y un pintor total, ha fallecido este jueves a las puertas de su hogar tras un fallo en su corazón, debilitado en los últimos años.

Manolo Virella (Fuentes de Andalucía, Sevilla), maestro de maestros, era un conocidísimo artista, gaditano de adopción, que desde su estudio, un ático en la calle Granja de San Ildefonso, enseñó a numerosos alumnos los secretos del pincel y el caballete. 

No en vano, algunos de sus alumnos y admiradores se reunieron el pasado año en torno a su figura en la exposición Magistrorum magister, una muestra inaugurada en la Galería Benot compuesta por obras de Gracia Gavira, Jerónimo Bocuñano, Cecilio Chaves, Julián Delgado, Pepe Palacios y Rafael Casado, que le quisieron rendir un homenaje.

De hecho fue en otra celebración, la del 20 aniversario del establecimiento El Unicornio, en diciembre de 2019, cuando se pudieron ver algunas de las últimas piezas de Virella, dos unicornios que realizó para la exposición colectiva (donde participaron otros maestros como Manolo Cano) que organizó la pintora Amalia Quirós, otra de las alumnas de Virella, y que el artista ya realizó en su estudio de Puerto Real.

Es Quirós quien nos presta su recuerdo para éste, nuestro pequeño homenaje en Diario de Cádiz, reconociéndolo como un ser, como un maestro, profundamente generoso. “Compartía conmigo todos sus conocimientos no se guardaba nada”, rememora la pintora a la que no se le olvida aquel estudio, “un hermoso ático de la calle Granja San Ildefonso que fue la cuna de muchos artistas” y sede de “fiestas y tertulias vespertinas”. Un lugar importante para Quirós pues fue allí donde se formó su propio grupo artístico, Pentimento.

Sevillano pero más gaditano que los cangrejos moros, adicto al Merodio y a todos los lugares castizos de la ciudad, Virella conocía cada rincón de un Cádiz al que le tenía cogida la medida, sus formas y su luz. No se le resistió Torre Mirador, ni mármol, ni la mismísima cúpula dela Catedral que recreó “con unos amarillos que jamás ningún pintor había utilizado”, valora Quirós.

Su amor por la mitología quedó reflejado en la obra de gran formato sobre los trabajos de Hércules y su destreza técnica en los retratos magníficos donde reflejó a una gran parte de la sociedad gaditana y a algunos personajes universales.

Gran paisajista también, podemos decir que Virella fue un maestro completo. Conocía infinidad de técnicas, también el grabado, la cerámica, la escultura, el dibujo, el óleo, acrílicos, la talla en madera...

Y es que Manuel Virella estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla y en la San Fernando de Madrid para, después, empezar a impartir clases de dibujo en Barbate, luego trabajó en Afanas, en el Colegio San Felipe de Cádiz e impartió clases en su propio estudio.

Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en las que destaca la Bienal de Marbella, en la Diputación de Cádiz, la sala Toisón de Madrid, la Galería Eos de París y en la propia Benot. En esta última ha protagonizado precisamente tres exposiciones, una titulada Torres miradores de Cádiz, en 1997; Homenaje a Velázquez y Nocturnos, ambas en el año 1999.

“Le encantaba el humor de Chiquito de la Calzada, amaba a los animales, sobre todo a sus perros, tenía una paciencia de sabio y una modestia y humildad increíbles. No quiso irse nunca de Cádiz (quizás eso le pesó en el reconocimiento social de su obra). Todos le amábamos y no es porque se haya ido, es que es así. La imagen que me queda de él es verle pasear cuando estaba convaleciente de un infarto echándole de comer a los pajarillos y hablándoles por los jardines de la avenida. Como dice su mujer, con quien estaba cuando se le paró el corazón el jueves tras dar un paseo en la puerta de su casa, se le partió el corazón de lo grande que lo tenía”, lo siente Amalia.

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