Obituario

Manuel Virella. In memoriam

Manuel Virella, en la Fundación Alberti de El Puerto.

Manuel Virella, en la Fundación Alberti de El Puerto.

Conocí a Manolo Virella hace muchos años cuando necesité saber el nombre de un artista importante que diera clases de pintura a los aficionados interesados o a los futuros estudiantes de Bellas Artes. Alguien de mi entorno quería acceder al mundo artístico y estaba interesado en el mejor para emprender los primeros pasos. Todos coincidieron en Manolo Virella. Al principio lo traté muy estrechamente y empecé a conocerlo bien. Supe de su altísimo grado artístico, de su solvencia pictórica, de su entusiasmo creativo y de su trascendencia como apasionado maestro de futuros artistas. Manolo me convenció como artista y, sobre todo, me dejó constancia de su manifiesta personalidad y de su altísima bonhomía. Pude comprobar su situación como gran pintor y me encontré con un nombre de mucha importancia en el universo pictórico pero que su humildad, su recatada forma de ser y su credo artístico, incapaz de acceder a lo que él no consideraba adecuado a sus intereses como artista en ejercicio, lo alejaba de las verbeneras posiciones de una profesión demasiado condicionada y condicionante.

Como pintor fue creador entusiasta de una figuración contundente; autor de una pintura en la que creía y a la que él concedía un sello muy especial. Estuvo al margen de las modas y de los absurdos postulados vacíos que tanto abundaban en una profesión que, a veces, planteaba circunstancias equívocas y con personajes oscuros que se creían mucho cuando no eran absolutamente nada. Se decantó por una carrera en solitario, realizando la pintura que consideraba conveniente y guardando fidelidad a un arte del que estaba convencido y creía el más sensato a sus intereses. Lo demás poco le importaba. De esta manera, Manolo Virella ha sido durante mucho tiempo un llanero solitario, realizando, al mismo tiempo que continuaba con esa excelsa labor instructiva y motivadora, una pintura ajena a los modos y a las maneras que exigían las imposiciones artísticas al uso y dando muestras de su consciente y lúcida intencionalidad pictórica.

Hace unos meses, Fali Benot, que fue su amigo cercano más que galerista, puso en marcha el proyecto Magistorum magister, el maestro de los maestros, una exposición que ponía en sintonía la pintura de Manolo Virella con la de otros autores que, también, se dedicaban a la formación de nuevos pintores. El maestro Virella, tan parco en comparecencias expositivas, ofrecía parte de su variado y comprometido trabajo artístico. Junto a él otros pintores de la ciudad. Manolo Virella nos dejaba constancia de su talento y de su gran vocación artística.

Pero la naturaleza, tan cruel a veces, se ha cebado, ahora, con uno de los mejores. Manolo Virella se ha ido demasiado pronto. El arte, tan frecuentemente lleno de veleidades, ha perdido un artista importante y un hombre bueno. Lo vamos a echar muy en falta. Su recuerdo, no obstante, estará permanentemente. Manolo Virella, por siempre y para siempre.

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