Cultura

Manuel Caballero dibuja una tragedia onírica en su primer libro, 'Tamerlán'

  • El pintor gaditano debuta en la literatura con una obra, editada por Peripecias, en la que rescata al histórico personaje a partir del drama escrito hace cuatro siglos por Christopher Marlowe

Tamerlán fue un conquistador que vivió entre los siglos XIV y XV. Conocido como Timur el Cojo, su origen fue turco y mongol y logró conquistar un vastísimo territorio de Europa a Asia central. Pero Tamerlán el Grande fue también el título de un drama en dos partes que el autor inglés Christopher Marlowe estrenó en Londres a finales del siglo XVI. Ahora, Tamerlán es el título de la primera incursión literaria del pintor gaditano Manuel Caballero, que arranca del exitoso drama histórico de Marlowe para construir "una tragedia onírica" a partir del hallazgo casual en los archivos de la Catedral de Cádiz, en 1953, de un manuscrito en el que aparecen fragmentos de lo que podría ser la tercera parte del Tamerlán de Marlowe.

La editorial Peripecias Libros ha publicado esta obra que Manuel Caballero escribió entre agosto de 2012 y enero de 2013. Hasta la fecha, Caballero, al que nos hemos acostumbrado a imaginar trabajando entre pinceles y cuadros, había escrito sin embargo bastantes artículos en su condición de crítico de arte en periódicos como Diario de Cádiz, suplementos culturales y catálogos para distintas exposiciones.

La obra presenta una estructura dividida en fragmentos que no tienen orden cronológico

Así, su primer salto a la literatura ha surgido, como explica él mismo, de una manera "bastante natural" a partir de su interés por el drama de Marlowe y también por su admiración por la trayectoria de este autor anglosajón de vida extremadamente breve -murió con apenas 29 años en una reyerta- y "muy oscura", pues llegó a ejercer de espía católico en su convulsa Inglaterra.

Y desde la ficción de ese hallazgo fortuito en la Catedral gaditana, Caballero construye una obra que no obedece en su estructura a cronología alguna y que se va comentando en fragmentos dialogados que se podrían leer, a modo de Rayuela para entendernos, de manera salteada aunque es su conjunto el que le da sentido y unidad.

"Se trata -explica Caballero- de una obra articulada con dos recursos literarios: el diálogo y el fragmento. Es decir una sucesión de diálogos entre personajes, unos tomados del Tamerlán de Christopher Marlowe, casi coetáneo a Shakespeare, y otros de mi invención. Entre estos destaca uno al que he dado tres nombres: Cátaro, Dárdano y Moctezuma, que es el antagonista de Tamerlán y que va conduciendo la acción. La razón de ello me propongo explicarla en un próximo libro que será la continuación de éste. Estos diálogos-fragmentos vienen a ser como las teselas de un mosaico que halladas dispersas se saben, no obstante, que forman parte de un conjunto".

Uno de los escenarios en que se desarrolla esta obra es Cádiz, aunque Manuel Caballero elige el topónimo Calis con el que se conocía la ciudad entre los siglos XV y XVI.

Al pintor y ahora escritor no le preocupa que su obra sea encuadrada en algún género literario al uso, y en este punto echa mano del prólogo que ha escrito Carlos Manuel López-Ramos: "Además de dar al lector abundante noticia de Tamerlán en la literatura española, sagazmente aclara que esta obra por su singularidad difícilmente podría adscribirse a un género literario concreto, siendo tal vez lo más cercano acercarla a las tragedias escritas por Séneca; no para ser representadas, sino para ser leídas ante un selecto público. Tragedia onírica, en la que lo misterioso, lo metafísico, lo histórico y lo legendario sirven de base para sustentar la trama, en la que lo sarcástico y humorístico tienen, también, sus calculadas notas correspondientes".

Este es el camino escogido por Caballero para su primera incursión literaria, una vez que su obra pictórica, reconocida y reconocible, ya le ha situado en un privilegiado puesto que ahora bucea distintas perspectivas en otras disciplinas artísticas.

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