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Cultura

Magistral bonaerense

La singular familia Coleman ha dado una nueva vuelta de tuerca en el mundo del lenguaje teatral, incorporando frescura, despreocupación, ironía y crítica social a un mismo tiempo. Desde su estreno en 2005, La omisión de la familia Coleman se ha convertido en una auténtica revolución no sólo en el panorama del teatro argentino, sino en toda Sudamérica y en los escenarios españoles por los que ha pasado.

El texto se adentra en los entresijos de una familia que se mueve en la complicada frontera que separa la tranquilidad de la disolución absoluta. Las cuatro paredes de su casa son las rejas de una cárcel invisible y sobrevivir se ha convertido en un drama cotidiano. Todos los personajes luchan por construir espacios personales, refugios íntimos en medio de un todo colectivo cada vez más asfixiante.

La omisión de la familia Coleman retrata una convivencia imposible, la absurda cotidianidad de unas personas que anhelan otra realidad, pero que se sienten incapaces de imaginarse fuera del contexto en el que les ha tocado vivir. El resultado es un puzzle de emociones personales en el que la violencia y la sinrazón se han convertido en el inevitable telón de fondo.

La maestría de sus diálogos y conversaciones disparatadas, en los que cada frase formula sentencias inescrutables, consigue la complicidad del patio de butacas que, de menos a más, entra en el juego que sugieren desde el escenario estos porteños de la otra parte del Atlántico.

Claudio Tolcachir, autor de la obra, es uno de los principales representantes del nuevo teatro argentino. Hace una década puso en marcha el estudio teatral Timbre 4, un espacio de investigación e innovación escénica que está alborotando el teatro de siempre. La omisión de la familia Coleman es su primera obra como dramaturgo. La fijación por los enanitos hidrocéfalos de Marito (Lautaro Perotti), la desinhibición permanente de Meme (Miriam Odorico) y el desparpajo de la matriarca de la familia (Araceli Dvoskin) marcan el frenético ritmo de esta endogámica familia con perspicaz desenvoltura y destreza.

La risa acompañó toda la representación al magnífico aforo del Municipal portuense, que en un día tan poco habitual para el teatro logró una más que lucida entrada. Felicitaciones a los programadores del ciclo.

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