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Cultura

Maestro de autores

  • Varias obras subrayan la titánica aportación de Will Eisner al mundo del cómic

Dicen que cada vez es más difícil inventar algo nuevo. En el mundo del cómic, por supuesto, pasa igual. Eso es porque grandes creadores como Will Eisner lo hicieron ya casi todo. Este autor, nacido en Brooklyn en 1917, empezó realizando varias historias con su compañero de escuela Bob Kane (Creador de Batman) y colaborando posteriormente con otros artistas en su estudio (como Jack Kirby, artífice gráfico de los superhéroes Marvel) pasando posteriormente a dar vida para la editorial Quality Comics Group a su personaje más emblemático, The Spirit, un detective-aventurero enmascarado al que Eisner, tras su participación en la II Guerra Mundial, llevó a historias de género negro y a reflejar la época de la Depresión en EE.UU.

Consiguió con su trazo fluido de tinta darle un dinamismo a los personajes cercano a la animación, así como un estilo al límite de lo caricaturesco para reflejar estereotipos propios de su tiempo y acorde con unas historias cargadas de crónica social.

Todo esto presentado con unos encuadres y una narrativa tan cercana al cine como el medio no había visto hasta entonces. Con una atmósfera envolvente, a veces cargada y otras con detalles sólo intuidos, logrando un ritmo de lectura que atrae con una sola mirada.

Muchos autores actuales deberían de aprender de él, cuando intentan enmascarar sus carencias apoyándose en un color infográfico muy forzado en la mayoría de ocasiones.

Eisner era capaz de lograr un equilibrio elegante con sus contrastes de tinta y sus vacíos, sus juegos de luces y sombras. Sus ilustraciones no necesitaban color para que todos los elementos tuvieran su textura y su brillo particular.

Manejaba la viñeta 'a sangre' (dibujar sin encerrar la escena en los límites de un recuadro) con increíble soltura. Transformaba las viñetas, dándole formas curvas o de perspectivas en primera persona (como en un relato que está narrado a través de las cuencas de los ojos de su protagonista) o integraba el rótulo de encabezamiento de la historia en una primera página de presentación como si de un cartel se tratara.

Y, aunando todas estas virtudes, fue el creador de la novela gráfica con la obra Contrato con Dios, un equivalente en el cómic americano a los 'álbumes' europeos: historias generalmente autoconclusivas presentadas con una calidad de encuadernación e impresión muy superiores a las que estaba acostumbrado el mercado americano, copado por el 'comic-book' de factura enfocada al consumo rápido.

Esto hizo que el cómic se situara en un estamento que lo alejaba de algo propio para la juventud o la infancia, llegando a un público que aprendió a ver las viñetas de una forma diferente.

Trabajador incansable, en su última obra La Conspiración, que acabó solo tres meses antes de abandonar para siempre los lápices, fue donde mas claramente se muestra la influencia de su ascendencia judía. Intuida sutilmente en otras narraciones, aquí escribe un ensayo gráfico con una crítica política contra un manifiesto antisemita.

A tal punto llega su importancia en este arte, que el equivalente a los premios Oscar en el mundo de la narrativa ilustrada lleva su nombre: los premios Eisner (Will Eisner Comic Industry Award), otorgados anualmente en la convención de San Diego por profesionales.

Aún después de su muerte en Florida hace tres años, a todos aquellos que se acercan a su obra consigue enseñarles cómo se debe dibujar un cómic y cómo debe narrarse una buena historia.

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