Un concierto histórico Luz Casal inauguró la nueva temporada del Gran Teatro Falla

Luz cálida, luz potente

  • La cantante embarcó el sábado al público gaditano en un mágico viaje por sus grandes éxitos y los temas de su disco 'Vida tóxica'. Anoche repitió el hechizo

Bellísima. Luz Casal, luminosa, imponente, esperaba en el centro del escenario, durante algo más de un minuto. Los aplausos y los gritos de "¡guapa!" le llovían desde todos los rincones del Gran Teatro Falla. Eran las nueve pasadas de la noche del sábado. Luz recibía todo el cariño del público de Cádiz. Y no había comenzado, aún a cantar.

La intérprete abría la nueva temporada del coliseo gaditano con un esperado concierto -el teatro estaba a reventar- en el que presentó las canciones de su último disco, Vida tóxica, y con el que embarcó al respetable en un viaje por algunos de sus grandes éxitos.

"Impresionante", era el piropo que sobrevolaba el hall del teatro al término de la actuación de la cantante. Un adjetivo merecido pues Luz Casal, y el caro acompañamiento musical que la escoltaba, ofrecieron un espectáculo de altura. Sentimental y gamberro, a partes iguales.

Un descanso de quince minutos separó las dos mitades de una actuación donde pasado, presente y futuro abrazaban al público desde la voz personalísima de la artista. Luz Casal acometió, serena y algo estática, una primera parte más acústica y relajada. La sobriedad del escenario y de la propia Luz -falda negra hasta los pies y top de cuero- enmarcaron temas de su último trabajo como Sé feliz, con el que comenzó el concierto, Regalaré y Espérame, entrelazados con el cancionero más emblemático de Casal. Así, si la artista satisfizo al respetable con Entre mis recuerdos, se los ganaría definitivamente (con la voz ya calentada) con Un mar de confianza -que "tras un año peculiar" Casal la quiso dedicar "a todos aquellos que pertenecen a un club como el mío" y "a todos los que sufren-, y con No me importa nada.

Luz habló y cantó con sus seguidores, a los que hizo repetir en bucle el estribillo de Un nuevo día brillará, tema incluido en su anterior disco Sencilla Alegría. Plantado en mi cabeza puso en marcha de nuevo la máquina del tiempo y Piensa en mí, la maquinaria sentimental. Quieta, muy quietecita y bañada de oscuridad, Luz, con las cuerdas de Juan Carro, Peter Oteo y Jorge Ojea, cantó y contó -"si tienes un hondo pesar..."- para poner la carne de gallina a cada alma.

Con el corazón en la garganta, el Falla se fue al descanso. A la vuelta, hubo nuevas sorpresas. Luces de neón, pantallas de telas transparentes, batería, eléctricas y Luz de chaqué. De la Luz cálida de la primera parte a la Luz potente de la recta final de un concierto donde Tino di Geraldo demostró, una vez más, su destreza a la batería y al cajón .

La cantante se tornó dinámica. Saltó, bailó, gritó, sedujo con miradas y movimientos... Rockera y gamberra. Hechizado, A cada paso, Rufino y Loca, junto con las nuevas Soy y Besos al aire, despertaron el instinto rebelde de los asistentes, muchos de ellos bailando en pie desde sus localidades, que aplaudieron, desatados, a la artista cuando recuperó su habitual look -con una ficticia melena- para entonar los mandatos de Un pedazo de cielo. Luz utilizó la peluca para menear su pelo con brusquedad y concluir arrojándola en un gesto magnífico.

Bises de todos los colores y sabores. Tanta Luz cegaba a un público que no la dejaba irse tras dos horas de actuación. Una versión en español de la delicada Il venait dávoir 18 ans de la francesa Dalida, Bajo tu abrazo, y Lo eres todo, el tema que le escribiera Carmen Santonja -"la mejor canción de amor que yo puedo cantar", dijo-, cerraron una noche única. Noche de luces. Sin sombras.

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