Edición de un inédito en español

El rescate de la mirada valiente e incisiva de Ory sobre Lorca

  • Las IX Jornadas de la Fundación del poeta gaditano acogen la presentación del “casi inédito” ensayo ‘Lorca’ editado por El Paseo e introducido por Ana Sofía Pérez-Bustamante

La profesora Ana Sofía Pérez-Bustamante, el gestor de la Fundación Ory, Salvadora García y David González Romero, editor de El Paseo, en la presentación.

La profesora Ana Sofía Pérez-Bustamante, el gestor de la Fundación Ory, Salvadora García y David González Romero, editor de El Paseo, en la presentación. / Fito Carreto

Advertían en el auditorio de la sede de la Fundación Unicaja que la cultura vive “de ciertos sacerdocios” y que ojo con tocar “a sus dioses”. La observación no es gratuita, tampoco esencial para comprender la trascendencia total de la obra que se presentaba durante la tarde de ayer en el seno de las IX Jornadas de la Fundación Carlos Edmundo de Ory. Pero, ciertamente, sí resultaba reveladora, sobre la actitud y el carácter con el que el poeta gaditano se enfrentó al misterioso encargo que hoy, algo más de cuarenta años después, sale a la luz en español. Porque Lorca, un ensayo de Carlos Edmundo de Ory, supone una mirada lúcida, valiente e incisiva sobre la obra del granadino universal.

“De poeta a poeta” (ni más ni menos) destaca la profesora Ana Sofía Pérez-Bustamante, encargada del estudio introductorio del ensayo que se publicó en francés en 1967 y que ahora rescata la editorial El Paseo (David González Romero) a partir del manuscrito original de la obra que se encontraba “en esa auténtica cripta de los tesoros” que son los fondos que se custodian en la Fundación Ory.

Una obra donde Ory no sólo traza más que un paralelismo entre la obra de Lorca y del malagueño Salvador Rueda (“parece que los medios sólo se han quedado con eso y ni siquiera es inédito”, lamenta el editor sobre el polémico capítulo que ya apareció publicado en la Revista Hispanoamericana del año 1971) sino que, “más interesante”, aduce, el gaditano deja ver las influencias entre la obra del granadino y “el simbolismo francés”, como descubre Pérez-Bustamante.

Y es que más allá de este material, carne de titulares, Lorca ofrece al lector una “disección” de los temas que obsesionaron al autor de El romancero gitano desde su primer libro (“completamente determinante”) a través de la mirada de un poeta que lo amó, que lo odió, que lo ignoró y que volvió a él para reconocerlo como un escritor “único” y “original”, decide la profesora que durante el prólogo y la presentación de la obra repasa las tres fases (fiebre lorquiana/ estrangulemos a Lorca/ ignoremos a Lorca) por las que pasa Ory antes de abrazar de nuevo al dueño de ese Verde que te quiero verde que le obsesionaría y repetiría “como un mantra”.

Lorca, de Ory, está de nuevo en la calle, con observaciones conocidas y desconocidas pero, como todas las de Carlos Edmundo, no por ello menos sorprendentes y reveladoras.

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